02 Dec, 2018, 01:19 PM
Me encontré este chascarrillo navegando por Internet (el autor es un tal Teófilo Josefo):
A la vuelta de la esquina
Se oye en la predicación
esta singular doctrina:
que ya está el Armagedón
a la vuelta de la esquina.
Y se pregunta el oyente
que dónde estará la esquina,
que no se la ve en oriente,
ni en occidente, ni en China.
En el siglo antes del veinte
se predicó que, en el año
setenta y cuatro, presente
ya estaba el Cristo en su escaño.
Que cuarenta años después,
por el catorce, estaría
el mundo entero al revés
y que el Cristo intervendría.
Pasó el catorce y el mundo,
si mal enfrascado en guerra,
continuó con su rumbo
y nadie enmendó la Tierra.
Después, por el dieciocho,
se anunció el fin religioso;
mas quedó como Pinocho
quien habló: fue un mentiroso.
Ya cerca del veinticinco
dijo el Ruther que profetas
darían todos el brinco
al sonido de trompetas.
También dijo que millones
no morirían jamás;
después de hacerse ilusiones,
la palmaron muchos más.
Y más tarde, hagan memoria,
el setenta y cinco vino
con seis mil años de historia
y un predicar peregrino.
Soltó prédica el “esclavo”
con lo del Armagedón,
mas tampoco dio en el clavo:
fue mala interpretación.
Hubo hermanos que muy prestos
vendieron hasta la moto
y quedaron descompuestos
y con el bolsillo roto.
Dejaron hasta el trabajo
y después de predicar
por toda senda y atajo,
no vieron el fin llegar.
Los de Brooklyn se excusaron
y, cortando por lo sano,
dijeron que malgastaron
muchos su dinero en vano.
Que el “esclavo” nunca dijo
que el Armagedón llegara,
que todo fue un revoltijo
que llevó a falsa algazara.
Que ahora es asunto importante
reajustar el pensamiento
y al “esclavo” en adelante
mostrarle sometimiento.
Quien demostró inteligencia
salió al punto de estampida,
ante la clara evidencia
de enseñanza tan torcida.
En la década final
del veinte, ¡qué erudición!,
dio el cambiazo doctrinal
lo de la generación.
Y entrado ya el veintiuno,
que este detalle no escape,
se consideró oportuno
dogmatizar el traslape.
Hoy se enseña con urgencia
que el fin está muy cercano
y quien muestre indiferencia
no es más que un vulgar mundano.
Lleva la predicación
más de un siglo de bocina
y aún está el Armagedón
a la vuelta de la esquina.
A la vuelta de la esquina
Se oye en la predicación
esta singular doctrina:
que ya está el Armagedón
a la vuelta de la esquina.
Y se pregunta el oyente
que dónde estará la esquina,
que no se la ve en oriente,
ni en occidente, ni en China.
En el siglo antes del veinte
se predicó que, en el año
setenta y cuatro, presente
ya estaba el Cristo en su escaño.
Que cuarenta años después,
por el catorce, estaría
el mundo entero al revés
y que el Cristo intervendría.
Pasó el catorce y el mundo,
si mal enfrascado en guerra,
continuó con su rumbo
y nadie enmendó la Tierra.
Después, por el dieciocho,
se anunció el fin religioso;
mas quedó como Pinocho
quien habló: fue un mentiroso.
Ya cerca del veinticinco
dijo el Ruther que profetas
darían todos el brinco
al sonido de trompetas.
También dijo que millones
no morirían jamás;
después de hacerse ilusiones,
la palmaron muchos más.
Y más tarde, hagan memoria,
el setenta y cinco vino
con seis mil años de historia
y un predicar peregrino.
Soltó prédica el “esclavo”
con lo del Armagedón,
mas tampoco dio en el clavo:
fue mala interpretación.
Hubo hermanos que muy prestos
vendieron hasta la moto
y quedaron descompuestos
y con el bolsillo roto.
Dejaron hasta el trabajo
y después de predicar
por toda senda y atajo,
no vieron el fin llegar.
Los de Brooklyn se excusaron
y, cortando por lo sano,
dijeron que malgastaron
muchos su dinero en vano.
Que el “esclavo” nunca dijo
que el Armagedón llegara,
que todo fue un revoltijo
que llevó a falsa algazara.
Que ahora es asunto importante
reajustar el pensamiento
y al “esclavo” en adelante
mostrarle sometimiento.
Quien demostró inteligencia
salió al punto de estampida,
ante la clara evidencia
de enseñanza tan torcida.
En la década final
del veinte, ¡qué erudición!,
dio el cambiazo doctrinal
lo de la generación.
Y entrado ya el veintiuno,
que este detalle no escape,
se consideró oportuno
dogmatizar el traslape.
Hoy se enseña con urgencia
que el fin está muy cercano
y quien muestre indiferencia
no es más que un vulgar mundano.
Lleva la predicación
más de un siglo de bocina
y aún está el Armagedón
a la vuelta de la esquina.
La duda es el principio de la sabiduría.