20 Aug, 2019, 11:33 AM
(20 Aug, 2019, 10:16 AM)ruiz escribió: No me sorprende que JoseFidencioR trate de dar lecciones a los foristas dando a entender que un creyente que no conoce en profundidad el “nestorianismo” no tiene la información suficiente para decidir si para él Dios existe o no… y que, por tanto, es más bien un ignorante. No como él, que constituye el sumun de la sabiduría (a la par que del aburrimiento soberano en sus comentarios… zzz)
Posiblemente JoseFidencioR haya oído hablar de Francis Collins, padre del genoma humano, y conocido como “el científico que cree en Dios”, quien afirmó que el 40% de los científicos se reconocen como creyentes. Supongo que será otro ignorante más a quien JoseFidencioR no dudaría en dar una somnífera charla de las suyas.
Resulta más complicado encontrar grandes científicos que profesen la religión en el siglo XX, aunque no son excepcionalmente escasos. Sospecho que los más próximos a nosotros en su mayoría son religiosos en el sentido einsteiniano, esto es, como ya expliqué en el capítulo 1, los que lo son debido al mal uso que se hace de la palabra religioso. Sin embargo, hay algunos especímenes genuinos de buenos científicos que son sinceramente religiosos en el más tradicional y absoluto sentido de la palabra. Entre los científicos británicos contemporáneos, siempre aparecen los tres mismos nombres exhibiendo esa simpática familiaridad propia de los socios de una firma de abogados dickensiana: Peacocke, Stannard y Polkinghorne. Los tres han ganado el premio Templeton o son miembros del consejo de administración de la Fundación Templeton. Tras haber mantenido amigables discusiones con los tres, tanto en público como en privado, todavía estoy perplejo, no tanto porque crean en un legislador cósmico de algún tipo, como porque creen en los detalles de la religión cristiana: la resurrección, el perdón de los pecados y todo eso.
En Estados Unidos contamos con los correspondientes ejemplos; como el de Francis Collins, director administrativo de la rama norteamericana del Proyecto Genoma Humano oficial[28]. Pero, igual que sucede en Gran Bretaña, lo que llama la atención es que son muy pocos y provocan un divertido desconcierto entre sus colegas de la comunidad académica. En 1996 entrevisté a mi viejo amigo Jim Watson, el genio fundador del Proyecto Genoma Humano, en los jardines del Clare College de Cambridge, su antigua facultad, para un documental televisivo para la BBC que estaba preparando sobre Gregor Mendel. Por supuesto, Mendel era un hombre religioso, un monje agustino; pero aquello tuvo lugar en el siglo XIX, un tiempo en el que hacerse monje era la manera más fácil de dedicarse a la ciencia, lo equivalente a tener una beca de investigación. Le pregunté a Watson si conocía a muchos científicos que hoy día fueran religiosos. Contestó: «Virtualmente, ninguno. Ocasionalmente, me encuentro con alguno y me siento profundamente incómodo [risas] porque, sabes, no puedo creer que nadie acepte la verdad mediante la revelación».
Francis Crick, cofundador con Watson de toda la revolución de la genética molecular, renunció a su puesto en el Churchill College de Cambridge debido a que esta institución decidió construir una capilla (a requerimiento de un benefactor). Durante mi entrevista a Watson en Clare, le planteé explícitamente que, a diferencia de él mismo y de Crick, algunas personas no encuentran que haya ningún conflicto entre la religión y la ciencia porque creen que la ciencia trata de cómo funcionan las cosas y la religión trata de por qué son lo que son. Watson replicó: «Bueno, no creo que estemos aquí por algo. Somos simplemente productos de la evolución. Puedes decir: “¡Caramba! Si no piensas que existe un propósito, tu vida debe ser desoladora”. Pero yo espero con ilusión que tengamos una buena comida». Y tuvimos una buena comida.
Los esfuerzos de los defensores de la religión para encontrar científicos modernos auténticamente eminentes que sean religiosos tienen un aire de desesperación que genera ese inconfundible sonido cavernoso que se escucha cuando se araña el fondo de un tonel. La única página web que he podido encontrar donde se presenta una lista de «científicos ganadores del premio Nobel cristianos» solo pudo mencionar a seis de entre los varios cientos de nobeles científicos. Se daba la circunstancia de que, de los seis, cuatro no eran ganadores del premio Nobel en absoluto; y al menos uno, que yo sepa con certeza, es un no creyente que acude a la iglesia por motivos puramente sociales. Un estudio más sistemático realizado por Benjamin Beit-Hallahmi encontró «que entre los laureados con el premio Nobel en Ciencias, así como los galardonados con el de Literatura, se da un grado considerable de irreligiosidad en comparación con la que manifiestan las sociedades de las que proceden»
Richard Dawkins
El espejismo de Dios