11 Sep, 2019, 06:56 PM
Cuenta la anécdota, que una madre llevó a su hijo de seis años a casa de Mahatma Gandhi.
Ella le suplicó:
—Se lo ruego, Mahatma, dígale a mi hijo que no coma más azúcar. Es diabético y arriesga su vida haciéndolo. A mí ya no me hace caso y sufro por él.
Gandhi reflexionó y dijo:
—Lo siento señora, ahora no puedo hacerlo. Traiga a su hijo dentro de quince días.
Sorprendida la mujer le dio las gracias y le prometió que haría lo que le había pedido. Quince días después, volvió con su hijo. Ghandi miró al muchacho a los ojos detenidamente y le dijo:
—Chico, deja de comer azúcar.
Agradecida, pero extrañada, la madre preguntó:
—¿Por qué me pidió que lo trajera dos semanas después? Podía haberle dicho lo mismo la primera vez que vino.
Gandhi respondió:
—Hace quince días, yo comía azúcar.
Ella le suplicó:
—Se lo ruego, Mahatma, dígale a mi hijo que no coma más azúcar. Es diabético y arriesga su vida haciéndolo. A mí ya no me hace caso y sufro por él.
Gandhi reflexionó y dijo:
—Lo siento señora, ahora no puedo hacerlo. Traiga a su hijo dentro de quince días.
Sorprendida la mujer le dio las gracias y le prometió que haría lo que le había pedido. Quince días después, volvió con su hijo. Ghandi miró al muchacho a los ojos detenidamente y le dijo:
—Chico, deja de comer azúcar.
Agradecida, pero extrañada, la madre preguntó:
—¿Por qué me pidió que lo trajera dos semanas después? Podía haberle dicho lo mismo la primera vez que vino.
Gandhi respondió:
—Hace quince días, yo comía azúcar.