22 Sep, 2019, 09:24 PM
No tan sencillo y no tan rápido.
Primero, te faltó poner la fuente (la "bibliografía" al final no cuenta, pues no la consultaste tú, sino que confías en que el autor del texto lo "haiga" hecho).
El Texto de la Biblia – La comprensión de algunos hechos sobre la Biblia
https://la-biblia.nobletruths.net/
Por un lado, la fuente tiene una agenda claramente parcial, por otro lado, no parece muy erudita, al usar términos como "haiga" y "sientificos", no parece una autoridad en textos (ni antiguos ni modernos) o en preservación "fiel" de escritos ajenos ni en traducción.
El razonamiento puede parecer lógico, es muy similar a lo que dice el libro Toda Escritura que tanto apreciábamos, todas las preguntas tenían una respuesta tranquilizadora.
Ahora ve algunos detalles a tener en cuenta comentados por un verdadero erudito, estudioso de lenguas antiguas, que conoce del tema y no habla de meras especulaciones.
Los argumentos que se basan en las pruebas externas se relacionan con los manuscritos conservados que apoyan una u otra lectura. ¿Qué manuscritos atestiguan esta lectura? ¿Son tales manuscritos fiables? ¿Qué los hace o no fiables?
Al pensar en los manuscritos que respaldan una variante textual en lugar de otra, uno podría sentir la tentación de contar cabezas, por decirlo de algún modo, y determinar así qué variante cuenta con más testimonios conservados. Sin embargo, la mayor parte de los estudiosos contemporáneos no cree en absoluto que hallar el mejor texto disponible consista en saber cuál es el que cuenta con el respaldo de la mayoría de los manuscritos. La razón para ello puede explicarse con facilidad mediante un ejemplo.
Supongamos que después de producir el manuscrito original de un texto se realizan dos copias de él, a las que llamaremos A y B. Estas dos copias, por supuesto, diferirán entre sí de algún modo, ya sea en mayor o menor medida. Supongamos ahora que de A un escriba realiza una copia, mientras que de B realizan copias cincuenta escribas. Luego, el manuscrito original y las copias A y B se pierden, de manera que todo lo que la tradición conserva son las cincuenta y una copias de segunda generación, una hecha a partir de A y cincuenta a partir de B. Si la lectura de un pasaje presente en cincuenta manuscritos (los que tuvieron como modelo la copia B) difiere de la lectura que recoge uno solo (la copia de A), ¿qué posibilidades hay de que la primera lectura sea necesariamente más fiel a la versión original? Ninguna, ninguna en absoluto, incluso a pesar de que, por simple conteo, ésta esté atestiguada en cincuenta veces más manuscritos. De hecho, en última instancia, la diferencia entre los manuscritos que apoyan una u otra lectura no es de cincuenta a uno, sino de uno a uno: A contra B. Por tanto, la simple cuestión numérica de cuántos manuscritos respaldan una versión sobre otra no necesariamente está vinculada con la cuestión de cuál representa mejor la forma original (o más antigua) del texto[2].
Los especialistas están convencidos, en general, de que otro tipo de consideraciones son muchísimo más importantes en el momento de determinar qué lectura ha de ser vista como la forma más antigua del texto. Una de esas otras consideraciones es la edad del manuscrito que respalda una lectura dada. Partiendo de la premisa de que un texto cambia con mayor frecuencia con el paso del tiempo, tenemos que es más probable que la forma más antigua del texto sea la que recogen los manuscritos más antiguos. Esto no significa, por supuesto, que el estudioso deba, en todos los casos, atenerse ciegamente a los manuscritos más antiguos. Y hay dos razones para ello, la primera es una cuestión de lógica, la segunda de historia. En términos de lógica, supóngase que un manuscrito del siglo V propone una lectura, mientras que uno del siglo VIII recoge otra. ¿Es la versión recogida por el primero necesariamente la forma más antigua del texto? No, no necesariamente. Podría ocurrir, por ejemplo, que el manuscrito del siglo V hubiera tenido como modelo una copia del siglo IV, mientras que el manuscrito del siglo VIII hubiera sido realizado a partir de una del siglo III. En tal caso, el manuscrito del siglo VIII sería el que preserva la lectura más antigua.
La razón histórica por la que no podemos limitarnos a confiar en lo que el manuscrito más antiguo dice, sin tener en cuenta otros factores, es que, como hemos visto, el primer período de la transmisión textual del Nuevo Testamento fue también el menos controlado. Fue en esa época cuando la transmisión del texto estuvo a cargo, en su mayoría, de copistas no profesionales, que cometían montones de errores.
Tomado de "Jesús no dijo eso", por Bart Ehrman, capítulo 5, "Originales que importan".
Puedes consultar las credenciales del autor aquí:
Bart Ehrman - Wikipedia, la enciclopedia libre
https://es.wikipedia.org/wiki/Bart_Ehrman
Primero, te faltó poner la fuente (la "bibliografía" al final no cuenta, pues no la consultaste tú, sino que confías en que el autor del texto lo "haiga" hecho).
El Texto de la Biblia – La comprensión de algunos hechos sobre la Biblia
https://la-biblia.nobletruths.net/
Por un lado, la fuente tiene una agenda claramente parcial, por otro lado, no parece muy erudita, al usar términos como "haiga" y "sientificos", no parece una autoridad en textos (ni antiguos ni modernos) o en preservación "fiel" de escritos ajenos ni en traducción.
El razonamiento puede parecer lógico, es muy similar a lo que dice el libro Toda Escritura que tanto apreciábamos, todas las preguntas tenían una respuesta tranquilizadora.
Ahora ve algunos detalles a tener en cuenta comentados por un verdadero erudito, estudioso de lenguas antiguas, que conoce del tema y no habla de meras especulaciones.
Los argumentos que se basan en las pruebas externas se relacionan con los manuscritos conservados que apoyan una u otra lectura. ¿Qué manuscritos atestiguan esta lectura? ¿Son tales manuscritos fiables? ¿Qué los hace o no fiables?
Al pensar en los manuscritos que respaldan una variante textual en lugar de otra, uno podría sentir la tentación de contar cabezas, por decirlo de algún modo, y determinar así qué variante cuenta con más testimonios conservados. Sin embargo, la mayor parte de los estudiosos contemporáneos no cree en absoluto que hallar el mejor texto disponible consista en saber cuál es el que cuenta con el respaldo de la mayoría de los manuscritos. La razón para ello puede explicarse con facilidad mediante un ejemplo.
Supongamos que después de producir el manuscrito original de un texto se realizan dos copias de él, a las que llamaremos A y B. Estas dos copias, por supuesto, diferirán entre sí de algún modo, ya sea en mayor o menor medida. Supongamos ahora que de A un escriba realiza una copia, mientras que de B realizan copias cincuenta escribas. Luego, el manuscrito original y las copias A y B se pierden, de manera que todo lo que la tradición conserva son las cincuenta y una copias de segunda generación, una hecha a partir de A y cincuenta a partir de B. Si la lectura de un pasaje presente en cincuenta manuscritos (los que tuvieron como modelo la copia B) difiere de la lectura que recoge uno solo (la copia de A), ¿qué posibilidades hay de que la primera lectura sea necesariamente más fiel a la versión original? Ninguna, ninguna en absoluto, incluso a pesar de que, por simple conteo, ésta esté atestiguada en cincuenta veces más manuscritos. De hecho, en última instancia, la diferencia entre los manuscritos que apoyan una u otra lectura no es de cincuenta a uno, sino de uno a uno: A contra B. Por tanto, la simple cuestión numérica de cuántos manuscritos respaldan una versión sobre otra no necesariamente está vinculada con la cuestión de cuál representa mejor la forma original (o más antigua) del texto[2].
Los especialistas están convencidos, en general, de que otro tipo de consideraciones son muchísimo más importantes en el momento de determinar qué lectura ha de ser vista como la forma más antigua del texto. Una de esas otras consideraciones es la edad del manuscrito que respalda una lectura dada. Partiendo de la premisa de que un texto cambia con mayor frecuencia con el paso del tiempo, tenemos que es más probable que la forma más antigua del texto sea la que recogen los manuscritos más antiguos. Esto no significa, por supuesto, que el estudioso deba, en todos los casos, atenerse ciegamente a los manuscritos más antiguos. Y hay dos razones para ello, la primera es una cuestión de lógica, la segunda de historia. En términos de lógica, supóngase que un manuscrito del siglo V propone una lectura, mientras que uno del siglo VIII recoge otra. ¿Es la versión recogida por el primero necesariamente la forma más antigua del texto? No, no necesariamente. Podría ocurrir, por ejemplo, que el manuscrito del siglo V hubiera tenido como modelo una copia del siglo IV, mientras que el manuscrito del siglo VIII hubiera sido realizado a partir de una del siglo III. En tal caso, el manuscrito del siglo VIII sería el que preserva la lectura más antigua.
La razón histórica por la que no podemos limitarnos a confiar en lo que el manuscrito más antiguo dice, sin tener en cuenta otros factores, es que, como hemos visto, el primer período de la transmisión textual del Nuevo Testamento fue también el menos controlado. Fue en esa época cuando la transmisión del texto estuvo a cargo, en su mayoría, de copistas no profesionales, que cometían montones de errores.
Tomado de "Jesús no dijo eso", por Bart Ehrman, capítulo 5, "Originales que importan".
Puedes consultar las credenciales del autor aquí:
Bart Ehrman - Wikipedia, la enciclopedia libre
https://es.wikipedia.org/wiki/Bart_Ehrman
Ubi dubium ibi libertas (Donde hay dudas hay libertad)
"La verdad nunca teme ser examinada, la mentira sí."