[Marcelo Daniel]

Creo que cuando cumplí 18 años, más o menos en esa época, al menos aquí en Guayaquil, se dió a voces libres una especie de permiso, de licencia de imaginar lo que se dé la gana, siempre y cuando no se desprenda de un pensamiento que debilite la fe en la organización, esto en mi ciudad fue orquestado por los de circuito. Así las intervenciones y discursos sonaban muy diferentes a cuando ingresé en el 2008, donde todo era muy apegado a una directriz y estricto. Claro, esto bajo mi percepción, pero coge un poquito más de fuerza lo que digo al recordar los discursos rígidos y leídos que se daban en las visitas de zona que escuché de niño comparados con los discursos actuales fantasiosos del broadcasting, llenos de licencias extrafalarias.
Mencionaste también a Noumair, era re contra que admirador de lo que hacía este hombre. Lo copiaba en mis discursos.

Pero a lo que quiero llegar es que cuando estaba adoctrinado siempre veía estos cambios hechos con motivos espirituales pero en realidad son decisiones que toman para que el público se entretenga, para no aburrir. La década del 2010 fue muy innovadora.
Ya no podían seguir siendo rígidos y tenían que apelar a la fantasía, al: ¿y si pasaría esto o aquello?
Aquello me resulta en What If (la serie de Marvel), que sé que es entretenimiento pero no cabe ni es ético usarlo en una religión, donde la gente va porque necesita llenar ese vacío espiritual.
No es que uno no se dé cuenta o se calle, sólo es que está entretenido...
En fin... La empresa Watchtower.