[C.R. Rodríguez C.]

Recuerdo el caso de una hermanita en la congregación, que se casó con un católico de hueso colorado pero que se disfrazó de novio muy interesado en la "verdad". Obviamente fue la comidilla de todos en la congregación.

Para no hacer más largo el cuento, lo que él muchacho deseaba era hacer entender a su esposa la secta en la que estaba metida y no desaprovechaba reunión a la que su mujer lo invitaba, para hacer uso del micrófono y hacer preguntas retóricas (que era obvio que sacaba de sitios "apóstatas") y contradecir ciertas enseñanzas que los TJ predicaban.

Se convertía en el discursante, por decirlo de alguna manera, por largos 2 o 3 minutos y luego se sentaba muy ufano de haber puesto en su lugar a la empresa y sin querer queriendo, dejar en vergüenza a su mujer, que no hallaba dónde meterse ni hacia dónde mirar. Era una situación lastimera para la joven esposa.

Ambos se amaban, pero la religión los dividía, feo caso. Ojalá hallan encontrado el punto medio, el punto de equilibrio, respetando sus respectivas creencias o ella haya abandonado la secta como su marido quería desde el principio.