[Yakyak]

   
No seré muy detallado. Soy testigo de Jehová bautizado pero realmente tengo mucho tiempo de que me he empezado a enfriar. A decir verdad mi espiritualidad está casi por los suelos.  Mis ocupaciones en la universidad me han absorbido por completo. Los hermanos han tratado de ayudarme y, aunque por un tiempo salgo adelante yendo a las reuniones y al servicio al final algo sale mal y la universidad me ocupa todo mi tiempo.
El caso es que esta semana fue la visita del superintendente y, pues hace mucho que no asistia a la reunión. Hoy estaba muy ocupado estudiando para un examen final importante de la universidad pero decidí que iba a ir por ser una ocasión importante. cómo era de esperar fueron muchos hermanos e invitados a escuchar los discursos del hermano.
A la salida, esperaba que los hermanos, como anteriores veces, me saludaran y estuvieran felices de verme otra vez, pero no fue así. No percibí un ambiente hostil, aunque si de algo de indiferencia. Quizás era por la visita del hermano. 
Pero eso no me molestó en absoluto. De hecho, nunca me ha gustado llamar la atención. Siempre estoy dispuesto a saludar feliz a los hermanos, porque realmente los aprecio. Pero la actitud del hermano superintendente me entristeció un poco. Sé que no debo dejarme tropezar por la actitud de otro hermano, pero el era el superintendente. Todos lo tienen en alta estima y su presencia es casi que impone. 
A veces me pongo a pensar en que tanto son ensalzados los superintendentes, cuando son humanos imperfectos como todos.
Yo nunca había tratado con el hermano, sus discursos y su elocuencia me parecen muy buenos,  pero hoy me hizo sentir algo mal lo que hizo.
Cuando quise saludarlo a la salida no me dió la mano. Supuse que estaría distraído saludando a alguien más, así que espere a saludarlo más tarde. Cuando quise volver a saludarlo, el estaba estrechando la mano a otros hermanos sentados y en ese momento estaba esperando para estrechar su mano también. pero no lo hizo. Me ignoro, casi a propósito, cuando estaba frente a él, como si fuera invisible, y paso a la siguiente fila para saludar a otros. Me dejó con la mano extendida y los hermanos lo vieron, pero no dijeron nada. El hermano me dió la espalda y decidí irme.
Ahora estoy en casa y no sé que pensar. Puede sonar como algo tonto pero esta tarde me sentí ignorado, invisible, algo triste. Cómo en otras veces, pero esta vez lo resenti algo más. Y cuando un hermano como el te deja con la mano extendida... No sé si debería dejarme llevar por esa primera impresión
En fin, gracias por leer esta pequeña experiencia.

Te damos la bienvenida hermano.

Primero que todo, gracias por compartir tu experiencia. Segundo felicitarte por tu gran valentía para desahogarte. Tercero, felicitaciones por tus estudios universitarios, realmente se necesitan jóvenes con pensamiento crítico, capaces de discernir y analizar el entorno, y la universidad, hasta donde uno quiera, es un buen lugar para lograr ese cometido, de hecho, la misma congregación cristiana necesita jóvenes así. Ahora bien, cosas como las que nos cuentan van a ocurrir, y no solo en el ámbito religioso, pasa en el trabajo, te va a pasar en la universidad, te va a pasar con tu novia o tu esposa, e incluso hasta con lo hijos, vos mejor que nadie sabés que nadie es perfecto, y hay viajantes sinceros, los hay arrogantes, los hay materialistas, y los hay humildes, pero al final, a uno le duele la acción de alguien hasta el grado que uno lo permita.

Mirá ese superintendente de circuito se va, pero vos te quedás, y ¿como te quedás? ¿vale la pena darle importancia a alguien que no respondió tu saludo? y, si otros mas vieron su actitud al vos saludarlo, ¿quien crees que queda mal? ¿vos o el circuito?, es evidente que crees en Dios, ¿que crees que piensa Jehová o Jesús de alguien que en su nombre afirma pastorear su rebaño, y te niega un saludo? Entonces que quede el asunto en ellos. Pero vos, necesitas recuperar tu ánimo, hay muchas cosas mas importantes que ese incidente. Vos sos una persona valiosa hermano, pero el primero en darse valor siempre debe ser uno mismo. A los circuitos los cambian cada 2 o 3 años, seguro la próxima visita ni te recuerda. Lo importante es que no te llenes de resentimiento, hermano, no vale la pena, solo te hacés daño a vos mismo, mientras aquel hermano, anda tranquilo, comiendo en las casas de los hermanos, pidiendo sufragar gastos de su vehículo, en fin todos sabemos bien esas historias. Ahora bien, la próxima vez que alguien te deje con la mano extendida, sea un hermano de tu congregación o de otra, sea en tu universidad, sea en tu trabajo, o donde sea, con mucho respeto y sin ser invasivo o grotesco, por qué no lo abordás aparte y le preguntas algo así como: "¿hermano, disculpe por favor, tenemos algún problema que debamos resolver, si te dije o hice algo que te ofendió, podemos hablarlo como dos hombres adultos?, ¿puede ser?". No permitás que nada ni nadie te robe tu tranquilidad y tu paz mental. Recordá por favor, llámese superintendente de circuito, anciano, ministerial, precursor o ungido, sea quien sea: "Solo sé valiente y muy fuerte" (Josue 1:7)