21 Aug, 2019, 10:41 AM
(20 Aug, 2019, 09:36 PM)JoseFidencioR escribió:(20 Aug, 2019, 08:55 PM)Estoyaqui escribió: como dice la biblia el conocimiento hincha, por tanto hoy no debemos pretender que sabemos mucho ni ir mas alla de las cosas escritas pues la biblia esta completa y no necesitamos mas revelacion, lo escrito escrito esta., por ello es un error el querer por ejemplo predecir cuando vendra el fin o siquiera querer calcularlo, pues Jesus dijo claramente que sobre aquel dia nadie sabe la hora ni la fecha sino solo el padre y ademas que vendra como ladron en la noche, por eso el dijo que estemos alertas.
ya.. dijo "vengo pronto"... y que tan pronto?
claramente dijo "muchos que hoy me escuchan no probaran la muerte"...
la "venida" de cristo seria en vida de quienes les predico. y no volvió.
Pablo mismo dijo que vería a Jesús. no lo vio.
seguir esperando?
ademas, te reitero... la biblia no esta "terminada", porque ni siquiera sabes los libros que se desecharon, ni como eligieron los que si formaron el canon...
Jesús leyó parte del libro de Enoc en su sinagoga, y apuesto que tu no lo conoces. tambien cito muchas veces el libro de Macabeos IV y de seguro ni conoces macabeos I, II, o III.
juan tiene varias citas del libro "Sabiduría", que tampoco viene en la TNM.
y así os puedo mencionar algunos libros que no están ni siquiera en la biblia catolica... pero fueron citados en los evangelios o las epístolas...
porque esos libros no están, si fueron canónicos al parecer, en tiempos de JEsús?
y a pesar de ello, basándose en una reunión parcial de libros que no conoces ni como fueron colectados, afirmas conocer los designios divinos?
Recuerden que Jesús, se dió cuenta que toda era mentira.
46 Cerca de la hora novena, Jesús gritó con fuerza: “Éli, Éli, ¿láma sabakhtháni?” —es decir, “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”—.
Me hizo recordar la historia de Juan hus:
un tercer aspecto del Concilio de Constanza: el juicio de Juan Hus.
Había nacido Juan Hus en lo que hoy es Checoeslovaquia el año 1370 siendo ordenado sacerdote el 1400. Era alto y magro, muy propenso al rigorismo y a la extremosidad en sus sentimientos e ideas. En cuanto a su conducta como sacerdote, de lo menos que se le podría acusar era de vida licenciosa y disipada, pues más bien se portaba como un iluminado, predicando constantemente contra el libertinaje de la vida de los clérigos de su tiempo y en pro de una reforma de la Iglesia, empezando por las altas jerarquías, hacia las que no sentía ninguna devoción.
En cuanto conoció los escritos del inglés Wicklif, se enamoró de ellos porque coincidían casi en todo con lo que él pensaba y comenzó a difundirlos con tal ardor, que en poco tiempo había hecho muchos prosélitos, incluidos el rey Wenceslao y su esposa Reunido el concilio en Constanza, allá se dirigió Juan Hus en parte llamado por las autoridades eclesiásticas y en parte voluntariamente, porque para entonces había caído ya en un delirio fanático, seguido por muchos compatriotas y era tal la seguridad que tenía de sus ideas y de la santidad de su causa, que estaba seguro de convencer a los Padres Conciliares.
Hus predicó delante de la asamblea defendiendo su causa, ya que había sido acusado de hereje, seguidor de Wicklif (condenado en el Concilio de Londres). Lo hizo con tanto ardor, que impresionó a muchos. Pero el pobre hombre fue a predicar precisamente a los que más se iban a perjudicar con sus ideas reformistas, y por lo tanto estaban menos inclinados a llevarlas a cabo.
Juan Hus fue condenado a la hoguera. Le dijeron que bastaba con que se retractase de algunas cosas que había defendido o que suavizase sus posiciones, para que su pena fuese conmutada, pero Hus, con la seguridad de un iluminado, no cedió. Cuando se convenció de su próxima condena a la hoguera, escribió varías cartas a amigos y seguidores, diciéndoles que moría por su fidelidad a la verdadera Iglesia, exhortándolos a permanecer fieles a Dios y a sus conciencias; que él estaba tranquilo ante la muerte porque sabia que era agradable a Dios y que Este no le abandonaría en el último instante.
Al amanecer del 28 de junio de 1415 se organizó una gran comitiva para acompañarlo desde la prisión hasta las afueras de la ciudad donde iba a tener lugar la ejecución. Le precedían 3.000 soldados y un enorme gentío que quería presenciar el acto. A los Padres Conciliares, aunque en el fondo se muriesen de ganas de ver el macabro espectáculo causado por ellos mismos, no les estaba permitido asistir. La ejecución pertenecía al «brazo secular»; ellos se lavaban las manos «para no ser reos de la sangre de aquel justo».
Únicamente le acompañaba un fraile, por si en el último momento se arrepentía de su herejía y quería confesarse. De hecho se lo preguntó, pero Hus dijo que no tenía necesidad de confesarse porque no tenía pecado alguno.
Por el camino el pobre Juan Hus, vestido con un sayón negro y con una especie de coraza de cartón en la que habían pintado tres diablos que señalaban hacia un letrero que decía «Este es el hereje», avanzaba lentamente, con los ojos fijos en el cielo, desencajado, pero con el rostro firme. De vez en cuando gritaba «¡Jesucristo, hijo de Dios vivo, ten piedad de mí!». Al llegar ante el montón de leña en donde iba a ser quemado, se dejó caer de rodillas y gritó: «¡Jesús, Hijo de Dios vivo que padeciste por nosotros, ten misericordia de mí!». Lo amarraron al poste y encendieron la hoguera. Al principio predicaba con gran ardor, tal como lo había hecho siempre, pero cuando las llamas empezaron a envolverlo, dejó de predicar y se retorció dando señales de dolor, hasta que el humo lo sofocó y ya no se oyeron más sus voces ni sus lamentos....
Qué falta de entrañas ante un pobre hombre delirante por tantos ayunos y penitencias, y alucinado por sus ideas «cristianas» enfermizas y traumatizantes que lo llevaron hasta el fanatismo!
El espectáculo de un pobre hombre, pidiéndole inútilmente ayuda a Cristo, por quien entregaba la vida,
y el espectáculo de unos barbianes eclesiásticos, llenos de soberbia y de mundanidad pero totalmente vacíos viendo impasibles cómo se retorcía en la hoguera, son para quitarle la fe a cualquiera que se detenga a reflexionar sobre ello.