Hace 9 horas
El programa de Julio 2025 de JW Broadcasting incluye un nuevo episodio de la sección "Lecciones de La Atalaya" (por el minuto 16). En otro momento lo hubiera calificado de emotivo, pero hoy solo me queda el sabor de que siguen lucrando con el dolor.
Entre las tres experiencias, provenientes de Argentina, destaca una, la de una mujer al que su marido, también testigo de Jehová, se quitó la vida. "Amaba mucho a Jehová", dice ella. Todo parecía marchar bien y no entiende lo que pasó. ¿Cómo podría seguir ese proceder alguien que vivía en un "paraíso espiritual", un adelanto de lo que nos espera en el futuro?
En el pasado, pensar que un Testigo se atreviera a quitarse la vida me hubiera parecido muy remoto. Algo que solo haría una persona con un grave problema mental. Hoy, todo me luce distinto. La cultura autoritaria, la culpa por lograr encajar en un modelo de supuesta vida pura y recta, la convivencia tóxica con otros miembros, son tan solo algunas de las cosas que producen en muchos Testigos una pesada carga psicológica: ansiedad, depresión y otros problemas mentales.
Ante esto, el diagnóstico de la Organización suele ser la falta de "espiritualidad". ¿La cura? Orar hasta el cansancio. Como último recurso se sugiere la ayuda profesional, que todavía es mal vista, quizá porque el contacto con "el mundo" les termine por abrir los ojos a algunos.
No estoy asegurando que la causa de este triste suceso en Argentina sea alguna de las que mencioné. Sin embargo, me resulta difícil no pensarlo. El Testigo promedio es un zombie cuyo propósito está en el futuro; vive su entera vida "en pausa", a la espera de una promesa que no llegará. Fuera de ahí, difícilmente tiene algo que le apasione, "todo es vanidad" en el presente "sistema". A veces simplemente la mente pasa la factura.
Dos consejos para el que sigue dentro: 1) busca un propósito fuera del mundo de la Organización, apasionate con él, aunque te veas obligado a mantenerlo en secreto, 2) no dudes en buscar ayuda profesional si no te sientes bien, que te importe poco el qué dirán.
Entre las tres experiencias, provenientes de Argentina, destaca una, la de una mujer al que su marido, también testigo de Jehová, se quitó la vida. "Amaba mucho a Jehová", dice ella. Todo parecía marchar bien y no entiende lo que pasó. ¿Cómo podría seguir ese proceder alguien que vivía en un "paraíso espiritual", un adelanto de lo que nos espera en el futuro?
En el pasado, pensar que un Testigo se atreviera a quitarse la vida me hubiera parecido muy remoto. Algo que solo haría una persona con un grave problema mental. Hoy, todo me luce distinto. La cultura autoritaria, la culpa por lograr encajar en un modelo de supuesta vida pura y recta, la convivencia tóxica con otros miembros, son tan solo algunas de las cosas que producen en muchos Testigos una pesada carga psicológica: ansiedad, depresión y otros problemas mentales.
Ante esto, el diagnóstico de la Organización suele ser la falta de "espiritualidad". ¿La cura? Orar hasta el cansancio. Como último recurso se sugiere la ayuda profesional, que todavía es mal vista, quizá porque el contacto con "el mundo" les termine por abrir los ojos a algunos.
No estoy asegurando que la causa de este triste suceso en Argentina sea alguna de las que mencioné. Sin embargo, me resulta difícil no pensarlo. El Testigo promedio es un zombie cuyo propósito está en el futuro; vive su entera vida "en pausa", a la espera de una promesa que no llegará. Fuera de ahí, difícilmente tiene algo que le apasione, "todo es vanidad" en el presente "sistema". A veces simplemente la mente pasa la factura.
Dos consejos para el que sigue dentro: 1) busca un propósito fuera del mundo de la Organización, apasionate con él, aunque te veas obligado a mantenerlo en secreto, 2) no dudes en buscar ayuda profesional si no te sientes bien, que te importe poco el qué dirán.