06 Dec, 2017, 10:56 AM
(01 Dec, 2017, 05:55 PM)Ale Rubio escribió: El hermano siempre entraba al salón al terminar la oracion y desaparecía para el momento de decir el "amén", al finalizar la reunión. En varias ocasiones lo llegamos a ver caminando o yendo a su casa en bicicleta.
(...)
En fin, el caso es que yendo el hermano en nuestro auto, nos comentó lo feliz que estaba porque volvería al lado de su familia. También nos contó lo difícil que había sido para él su expulsión, de la soledad que habia sentido, porque por un lado no podía socializar con sus familiares TJ, y por otro lado, para poder ser readmitido, no podía tener ningún trato con “la gente de afuera”...
Continuando con el relato del hermano expulsado, nos dijo que hubo noches enteras que no lograba dormir, que comenzó a padecer de los nervios y que en ocasiones lloraba tanto que sentía que iba a morir, tanto del dolor físico como del dolor espiritual. Sus palabras nos tocaron fibras sensibles a mi esposo y a mí, pues ambos teníamos a familiares que estaban expulsados en ese tiempo…
Desde esa ocasión, comencé a empatizar más con todas las personas expulsadas… Pude ver lo dañino que es retirarle el habla a un ser tan querido como a una madre, padre, hermana o hermano… o a un amigo que te aprecia de verdad… y en ocasiones uno no toma en cuenta el sacrificio que esa persona tiene que hacer para que le volvamos a querer igual que antes… La persona expulsada tiene que experimentar tristeza, soledad, angustia, desesperación, dolor… y humillarse ante los ancianos que en algunos casos buscan algún pretexto, o alguna falla para seguir negándoles la readmisión…
Y cuando por fin es readmitido, muchos no pensamos en su corazón, en su estado emocional, sino que solo queremos verle predicar, que no falte a ninguna reunión, que se prepare con la Atalaya, que nos hable de la felicidad que siente de pertenecer de nuevo “al pueblo de Jehová”… pero muy en secreto el corazón de esa persona sangra, pues fue muy lastimado. Y no puede hablar de su sufrimiento con nadie, porque entonces recibiría respuestas como, “pues eso paso porque te alejaste de Jehová”, como diciéndole “¿por qué te lamentas?, si todo fue tu culpa…”, y el resultado es que le obligan a ignorar sus sentimientos y pretender que todo está bien, y que sus sentimientos no son importantes…
Las consecuencias que trae la expulsión perviven hasta después de ser readmitidos. Es por eso que si tenemos familiares que fueron expulsados debemos sanarles el corazón en la medida que nos sea posible, y la forma infalible de hacerlo es pidiendo perdón y dejándoles saber lo mucho que los queremos. Y si tenemos amigos y familiares que ahora mismo están expulsados no los rechacemos.
De verdad que estos relatos me tocan mucho y me traen muchos recuerdos. Yo nunca estuve expulsada pero sí conocidos míos con los que yo hablaba.
Y dos de ellos, una mujer y un hombre, que ni se conocen entre sí, me dijeron que cuando estaban expulsados los "hermanos" los veían y trataban como a un "perro". Esa palabra usaron los dos.
La muchacha nos contó a mí y a otra tj, llorando, como tenía que soportar las miradas de desprecio que le hacían los hermanitos cuando ella estaba sentada en la última fila del salón del reino. Y recuerdo que cuando, por idea de esta otra tj quedamos en ir a cenar, después de que ella había sido expulsada, yo tenía miedo de ir porque decía: y si alguien nos ve?. Pero esta tj me convenció de ir y recuerdo que cuando nos encontramos y empezamos a hablar yo pensé de la muchacha expulsada: se mira igual que siempre, habla igual que siempre, yo la miro igual!. Y eso era porque yo esperaba verla como con un aire malo, como que iba a ser diferente, agresiva por todo lo que le dicen a uno.
Y también este muchacho tj me contaba como hermanos a quiénes él incluso había ayudado económicamente o con víveres cuando pasaron necesidad, ahora que estaba expulsado lo trataban peor que a un perro, con las típicas miradas de desprecio, con aires de superioridad porque eso es lo que promueve la organización. No lo dice textualmente en las revistas obviamente pero todo el que ha estado ahí sabe que "los principios" que enseñan llevan a este trato inhumano e insensible. Y aún así, él estaba tratando de ser readmitido para lo cual tenía que soportar reunión tras reunión esta situación mientras se sentaba en la última fila.
Los dos también coincidieron en algo: ya no querían hacerlo pero por la familia o por creer que era lo correcto... seguían insistiendo, ignorando su sentido común y haciendo a un lado su propio bienestar físico y emocional.
Por cierto esto de que los expulsados se sienten en la última fila no es algo que literalmente enseñen en las publicaciones pero es casi una ley no escrita y denigrante en las congregaciones. O al menos lo es en mi país.
Y en honor a la verdad debo admitir, con vergüenza, que cuando estaba totalmente adoctrinada yo también tomé esa actitud varias veces con algunas personas que habían sido expulsadas porque eso es lo que todos hacen, aunque eso no es en absoluto una justificación. Lo digo con mucha vergüenza y me arrepiento.