(04 Mar, 2019, 03:49 AM)Ángel Urreta escribió: Hola foristas.
La verdad es que vuelvo aquí a escribir pues lo prometido es deuda. Dije que volvería a escribir para contar mas acerca de mi. La verdad de las cosas es que no tengo mucho tiempo alejado de "la verdad". Lo cierto es que hace apenas un año deje de ser precursor regular.
Quiero compartir con ustedes algo que pense mucho entre escribirlo y no hacerlo. Saben muy bien como son las cosas después de años bajo el adoctrinamiento de que "una vez dentro de la apostasía, nunca saldras y es imperdonable". Pero la verdad es que llegamos a un punto en la vida en que nos planteamos muchas cosas.
La cosa es la siguiente. Soy malísimo para redactar pero me he quemado las pestañas un poco para poder terminar esto y no morir en el intento xD
Hace unos 3 años mi padre, testigo bautizado, engaño a mi madre con otra publicadora. Decidió irse, dejando una cantidad de problemas detras tanto con mis hermanos y mi madre. En medio del lio, al poco tiempo dejo de hacerse responsable de nuestro sustento material, es decir, se desentendio de nosotros. Al momento que todo esto sucedio, desgraciadamente nuestra congregación se fusiono con otra, empeorando la situación. En verdad mi madre, mis hermanos y yo, necesitabamos consuelo de "los ancianos". Principalmente xq en aquel tiempo mis hermanos y yo eramos precursores. La realidad de las cosas es que en verdad el panorama no parecia alentador,y confiamos en lo que hasta ese momento el "esclavo" decia una y otra vez en sus asambleas y publicaciones: "confiar en los nombrados x Jehová".
Desgraciadamente eso nunca paso. Acaecieron 5 largos meses en que mi madre perfectamente se pudo haber muerto y los dichosos nombrados nunca se hubieran enterado. Hasta el momento que escribo esto, recuerdo con dolor los dias en que se gasto tanto trabajando seglarme tan solo para "llevar una vida sencilla" y no dejar de servirle a Jehová al mismo tiempo. Fueron dias y momentos muy dificiles.
Pero lo peor vino a continuación...
Por el momento quiero dejar mi anécdota hasta aquí. Quisiera saber si entre los foristas que han tenido la amabilidad de leerme y contestarme, han tenido una experiencia parecida y perdon por mi pobre vocabulario a la hora de expresarme. Realmente lo que cargo es muuy largo de escribir y de explicar...
Yo pasé una experiencia muy parecida a la tuya, con la diferencia que solo nos quedamos mi mamá y yo, que tenía alrededor de 9 años. Al menos tu tenías a tus hermanos y de ahí podías tener un poco de apoyo. Mi mamá pasó momentos tan duros que creo que no termina de superarlos hasta ahora. No puedo contar muchos detalles por respeto a ella, porque esta es más su historia que la mía. Pero te puedo decir por experiencia propia que seguir en la congregación con un hogar monoparental, y siendo mujeres es algo muy muy duro.
Y creo que en el fondo pensaba, aunque no llegaba a decirlo con palabras: ¿de que sirven las revistas si veo a mi familia rota y a mi mamá deprimida durante años?, ¿de que sirve reunirse y reunirse si salimos peor de lo que entramos?, ¿de qué sirven, si veo a una familia tras otra dentro de la congregación, rompiéndose enfrente de nuestras narices?, ¿donde está el amor que dicen que muestran a las viudas y a los huérfanos?. En todo ese tiempo recuerdo solo 2 visitas de ancianos a la casa, una en la que nos "pusieron" el privilegio de darle comida de gratis al superintendente y la otra en la que llegó un anciano amorosísimo a decirnos algo así como que teníamos la cabeza dura y que no nos entraba bien lo que decían las publicaciones. De seguro porque no nos veía tan involucradas en todos los asuntos de la congregación como otros que la tenían un poco menos difícil que nosotras.
A pesar de todo eso, seguíamos luchando por seguir fieles a la organización porque creíamos con todo el corazón que era la verdad. Nunca, ni mi mamá ni yo, dudamos ni un segundo. Ahora las dos estamos totalmente despiertas y más felices que nunca.
Así que... casos como el tuyo y el mío pasan, y pasan más seguido de lo que uno piensa, lo que sucede es que dentro de la congregación aprendemos a poner una cara de alegría aunque por dentro tengamos el corazón roto.
Gracias por compartir tu historia y ojalá puedas seguir contándonos. Ten la seguridad que aunque muchos no te respondan, podrán identificarse con ella.