06 Feb, 2019, 01:15 PM
Después del anuncio de mi baja como precursor, varios me miraban, otros me trataban como expulsado, era difícil estar con los hermanos, pero el fin estaba cerca, la generación de 1914 se estaba acabando. Tenía que aguantar.
Así que aun cuando conseguí un trabajo de tiempo completo, el tiempo libre lo dedicábamos a actividades espirituales.
Por las noches el estudio del libro, algunas revisitas, tenia estudios, el domingo predicación de 9 a am a 1 o 2 pm, reunión por la tarde de 4 a 6, y a descansar.
También embellecimos el salón, se cambiaron la cercas del salón que eran de lamina por tabiques, se colo el techo, se cambiaron las sillas, etc. El fin estaba cerca.
Cabe mencionar que este salón, -cuyo terreno fue donado y también todo el material de construcción, y la mano de obra sin costo- hace unos meses fue vendido. Se leyó una resolución a la congregación donde nos enviaron, (en un salón dedicado), que todo el dinero de la venta se donaría a la la obra mundial, no hubo objeción. También se cubrieron los gastos del avalúo y de las escrituras sin problemas.
Para ese tiempo, finales de los 80's principios de los 90's, sucedieron algunos acontecimientos que me hicieron alejarme de la congregación por unos años.
Uno de mis pocos amigos, precursor en ese tiempo por cierto, se fijo en la hija del anciano, y este al darse cuenta, nos contó (y de este testimonio somos testigos sus amigos, y que a la fecha aun recordamos) que lo cito y en privado lo insulto y humillo, diciéndole que no era digno para su hija, que una perla no era para el hocico de un cerdo (que manera de tergiversar las escrituras). Le pregunto si tenia dinero, casa, automóvil, para ofrecerle a su hija, y que también era un don nadie (vaya manera de considerar el servicio de precursor), así que le prohibió acercarse a su hija, de lo contrario le formaría un comité judicial.
Aun recuerdo cuando se acerco a nosotros; (le esperábamos cerca del salón, le habíamos acompañado para enterarnos de si lo había aceptado como yerno), venia llorando, estaba deshecho, y nos contó lo sucedido, solo nos quedamos en esa calle sentados en la banqueta sin decir nada, no recuerdo después de qué tiempo cada uno se retiro.
Al otro día fui a buscar al anciano a su trabajo, y le reclame su proceder, fue una discusión fuerte, lo insulte y me insulto. Me amenazo con expulsarme y le conteste que en ese momento iría con el viajante a contarle lo sucedido. Estuvimos a punto de llegar a los golpes. Después de ese momento no volví a reunirme por algunos años.
Así que aun cuando conseguí un trabajo de tiempo completo, el tiempo libre lo dedicábamos a actividades espirituales.
Por las noches el estudio del libro, algunas revisitas, tenia estudios, el domingo predicación de 9 a am a 1 o 2 pm, reunión por la tarde de 4 a 6, y a descansar.
También embellecimos el salón, se cambiaron la cercas del salón que eran de lamina por tabiques, se colo el techo, se cambiaron las sillas, etc. El fin estaba cerca.
Cabe mencionar que este salón, -cuyo terreno fue donado y también todo el material de construcción, y la mano de obra sin costo- hace unos meses fue vendido. Se leyó una resolución a la congregación donde nos enviaron, (en un salón dedicado), que todo el dinero de la venta se donaría a la la obra mundial, no hubo objeción. También se cubrieron los gastos del avalúo y de las escrituras sin problemas.
Para ese tiempo, finales de los 80's principios de los 90's, sucedieron algunos acontecimientos que me hicieron alejarme de la congregación por unos años.
Uno de mis pocos amigos, precursor en ese tiempo por cierto, se fijo en la hija del anciano, y este al darse cuenta, nos contó (y de este testimonio somos testigos sus amigos, y que a la fecha aun recordamos) que lo cito y en privado lo insulto y humillo, diciéndole que no era digno para su hija, que una perla no era para el hocico de un cerdo (que manera de tergiversar las escrituras). Le pregunto si tenia dinero, casa, automóvil, para ofrecerle a su hija, y que también era un don nadie (vaya manera de considerar el servicio de precursor), así que le prohibió acercarse a su hija, de lo contrario le formaría un comité judicial.
Aun recuerdo cuando se acerco a nosotros; (le esperábamos cerca del salón, le habíamos acompañado para enterarnos de si lo había aceptado como yerno), venia llorando, estaba deshecho, y nos contó lo sucedido, solo nos quedamos en esa calle sentados en la banqueta sin decir nada, no recuerdo después de qué tiempo cada uno se retiro.
Al otro día fui a buscar al anciano a su trabajo, y le reclame su proceder, fue una discusión fuerte, lo insulte y me insulto. Me amenazo con expulsarme y le conteste que en ese momento iría con el viajante a contarle lo sucedido. Estuvimos a punto de llegar a los golpes. Después de ese momento no volví a reunirme por algunos años.
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