01 Apr, 2019, 03:37 PM
w07 15/7 págs. 16-20 - La Atalaya 2007
18. ¿Por qué no es necesariamente imperdonable el pecado de quienes son expulsados de la congregación?
18 También puede suceder que alguien cometa un pecado y sea expulsado de la congregación por no haberse arrepentido hasta ese momento. Pero ni siquiera en ese caso el pecado es necesariamente imperdonable. El apóstol Pablo escribió con relación a un hermano ungido de Corinto que fue expulsado: “Esta reprensión dada por la mayoría es suficiente para tal hombre, de modo que, al contrario ahora, deben perdonarlo bondadosamente y consolarlo, para que de un modo u otro tal hombre no sea tragado por hallarse demasiado triste” (2 Corintios 2:6-8; 1 Corintios 5:1-5). Sin embargo, para recuperarse en sentido espiritual, el pecador debe aceptar la ayuda bíblica de los ancianos cristianos y demostrar que está arrepentido de verdad. Tiene que producir “frutos propios del arrepentimiento” (Lucas 3:8).
w76 1/8 págs. 478-480 - La Atalaya 1976
¿Puede un cristiano ungido que haya sido expulsado ser restablecido más tarde y todavía tener la esperanza celestial?
Sí, eso es posible. Por supuesto, en cada caso Jehová Dios es el que determina si extiende perdón o no.
Cuando ese hombre fue restablecido en la congregación, ¿qué esperanza tenía? ¿Había perdido la llamada celestial, y había sido cambiada su esperanza ahora a vida eterna en la Tierra? No, pues la esperanza terrestre no es, por decirlo así, una expectativa que se extienda como segunda oportunidad. Abel, Enoc, Noé, Abrahán y multitudes de otras personas de fe sobresaliente tenían la esperanza de vida eterna en la Tierra, pero esto no se debió a que no se elevaran a la altura del llamamiento celestial. Simplemente no vivieron en el tiempo cuando el llamamiento celestial estuvo en marcha en armonía con la voluntad de Jehová. (Heb. 10:19, 20) Se requieren fe e integridad de similar calidad de todos los que consigan la vida eterna, ya sea en el cielo o en una Tierra paradisíaca. El cristiano que sea ungido con espíritu santo y hecho coheredero de Cristo tiene que resultar fiel a esa llamada para poder recibir vida eterna.—Rev. 2:10, 11; Fili. 3:8-14; Rom. 8:14-17.
Sin embargo, esto no significa que mientras están en la Tierra los cristianos ungidos jamás pecan. En la carne, todavía son imperfectos y en consecuencia pecan, lo hace toda persona humana, y hasta pueden cometer pecado craso. El discípulo cristiano y escritor bíblico Santiago, ciertamente, cristiano ungido, escribió: “Porque todos tropezamos muchas veces. Si alguno no tropieza en palabra, éste es varón perfecto.” (Sant. 3:2; 2:5) Parece que el pecado involuntario que resulta de la imperfección es lo que el apóstol Juan dio a entender por “pecado que no incurre en muerte.” (1 Juan 5:16) Dios puede perdonar esos pecados. Juan dijo: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados y limpiarnos de toda injusticia.”—1 Juan 1:9.
Pero el arrepentimiento es necesario. Si hoy un cristiano ungido practicara el pecado craso y no manifestara arrepentimiento, la congregación, por obediencia al consejo de Dios, tendría que expulsarlo. Sin embargo, si se arrepintiera subsecuentemente podría ser perdonado y restablecido, como lo fue aquel hombre de Corinto.
Sin embargo, Dios no perdona todo pecado. Según lo que Jesús dijo en Marcos 3:28, 29, los que voluntariosamente y a sabiendas blasfeman contra el espíritu de Dios no pueden ser perdonados jamás. Y Pablo escribió: “Si practicamos el pecado voluntariosamente después de haber recibido el conocimiento exacto de la verdad, no queda ya sacrificio alguno por los pecados, sino que hay cierta horrenda expectativa de juicio.” (Heb. 10:26, 27) Evidentemente es tal pecado imperdonable lo que Juan llamó “pecado que sí incurre en muerte.”—1 Juan 5:16.
Si un cristiano ungido pecara contra el espíritu, practicando pecado voluntarioso sin arrepentimiento y ‘de nuevo fijara en el madero al Hijo de Dios,’ Dios lo rechazaría completa y eternamente. (Heb. 6:4-6) Por no arrepentirse, no sería restablecido. Jehová tendría que seleccionar y ungir a otro cristiano como reemplazo para mantener íntegro el número completo de 144.000. Esto se podría comparar con la selección de Matías por el cielo para reemplazar al infiel Judas Iscariote a fin de que hubiese doce apóstoles fieles de Jesús sobre los cuales edificar la congregación cristiana.—Hech. 1-23-26; Efe. 2:20.
¿Quiere decir esto que, si un cristiano ungido es expulsado, Jehová al punto selecciona un reemplazo? Ningún individuo humano puede decir eso, porque no podemos saber si el individuo expulsado ha cometido el pecado imperdonable. Jehová lo sabe, y por eso se puede dejar el asunto en sus manos. Precisamente cómo y cuándo opta por seleccionar un reemplazo le toca a él decidirlo. Él no dio una consideración detallada del asunto en la Biblia. Por eso, en vez de especular sobre lo que Él hará o tratar de conjeturar sobre si una persona expulsada está o no más allá de la posibilidad del arrepentimiento, podemos dejarle el asunto a Jehová, el justo Juez.—Heb. 12:23.
Si una congregación ha tenido que expulsar a una persona, pero ésta se arrepiente más tarde y se le restablece, podemos regocijarnos por la misericordia y perdón de Jehová. (Luc. 15:7) Eso es así sea que la persona profesara la esperanza celestial y continuara haciéndolo, o tuviera y continuara teniendo esperanza de vida eterna en la Tierra. Todos debemos tomar a pechos las lecciones que se aprenden de esto... nuestra propia necesidad de luchar constantemente contra la imperfección y el pecado, la importancia de buscar perdón cuando sí pecamos y la necesidad de perseverar hasta el fin para ser salvos.—Mat. 10:22.
18. ¿Por qué no es necesariamente imperdonable el pecado de quienes son expulsados de la congregación?
18 También puede suceder que alguien cometa un pecado y sea expulsado de la congregación por no haberse arrepentido hasta ese momento. Pero ni siquiera en ese caso el pecado es necesariamente imperdonable. El apóstol Pablo escribió con relación a un hermano ungido de Corinto que fue expulsado: “Esta reprensión dada por la mayoría es suficiente para tal hombre, de modo que, al contrario ahora, deben perdonarlo bondadosamente y consolarlo, para que de un modo u otro tal hombre no sea tragado por hallarse demasiado triste” (2 Corintios 2:6-8; 1 Corintios 5:1-5). Sin embargo, para recuperarse en sentido espiritual, el pecador debe aceptar la ayuda bíblica de los ancianos cristianos y demostrar que está arrepentido de verdad. Tiene que producir “frutos propios del arrepentimiento” (Lucas 3:8).
w76 1/8 págs. 478-480 - La Atalaya 1976
¿Puede un cristiano ungido que haya sido expulsado ser restablecido más tarde y todavía tener la esperanza celestial?
Sí, eso es posible. Por supuesto, en cada caso Jehová Dios es el que determina si extiende perdón o no.
Cuando ese hombre fue restablecido en la congregación, ¿qué esperanza tenía? ¿Había perdido la llamada celestial, y había sido cambiada su esperanza ahora a vida eterna en la Tierra? No, pues la esperanza terrestre no es, por decirlo así, una expectativa que se extienda como segunda oportunidad. Abel, Enoc, Noé, Abrahán y multitudes de otras personas de fe sobresaliente tenían la esperanza de vida eterna en la Tierra, pero esto no se debió a que no se elevaran a la altura del llamamiento celestial. Simplemente no vivieron en el tiempo cuando el llamamiento celestial estuvo en marcha en armonía con la voluntad de Jehová. (Heb. 10:19, 20) Se requieren fe e integridad de similar calidad de todos los que consigan la vida eterna, ya sea en el cielo o en una Tierra paradisíaca. El cristiano que sea ungido con espíritu santo y hecho coheredero de Cristo tiene que resultar fiel a esa llamada para poder recibir vida eterna.—Rev. 2:10, 11; Fili. 3:8-14; Rom. 8:14-17.
Sin embargo, esto no significa que mientras están en la Tierra los cristianos ungidos jamás pecan. En la carne, todavía son imperfectos y en consecuencia pecan, lo hace toda persona humana, y hasta pueden cometer pecado craso. El discípulo cristiano y escritor bíblico Santiago, ciertamente, cristiano ungido, escribió: “Porque todos tropezamos muchas veces. Si alguno no tropieza en palabra, éste es varón perfecto.” (Sant. 3:2; 2:5) Parece que el pecado involuntario que resulta de la imperfección es lo que el apóstol Juan dio a entender por “pecado que no incurre en muerte.” (1 Juan 5:16) Dios puede perdonar esos pecados. Juan dijo: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados y limpiarnos de toda injusticia.”—1 Juan 1:9.
Pero el arrepentimiento es necesario. Si hoy un cristiano ungido practicara el pecado craso y no manifestara arrepentimiento, la congregación, por obediencia al consejo de Dios, tendría que expulsarlo. Sin embargo, si se arrepintiera subsecuentemente podría ser perdonado y restablecido, como lo fue aquel hombre de Corinto.
Sin embargo, Dios no perdona todo pecado. Según lo que Jesús dijo en Marcos 3:28, 29, los que voluntariosamente y a sabiendas blasfeman contra el espíritu de Dios no pueden ser perdonados jamás. Y Pablo escribió: “Si practicamos el pecado voluntariosamente después de haber recibido el conocimiento exacto de la verdad, no queda ya sacrificio alguno por los pecados, sino que hay cierta horrenda expectativa de juicio.” (Heb. 10:26, 27) Evidentemente es tal pecado imperdonable lo que Juan llamó “pecado que sí incurre en muerte.”—1 Juan 5:16.
Si un cristiano ungido pecara contra el espíritu, practicando pecado voluntarioso sin arrepentimiento y ‘de nuevo fijara en el madero al Hijo de Dios,’ Dios lo rechazaría completa y eternamente. (Heb. 6:4-6) Por no arrepentirse, no sería restablecido. Jehová tendría que seleccionar y ungir a otro cristiano como reemplazo para mantener íntegro el número completo de 144.000. Esto se podría comparar con la selección de Matías por el cielo para reemplazar al infiel Judas Iscariote a fin de que hubiese doce apóstoles fieles de Jesús sobre los cuales edificar la congregación cristiana.—Hech. 1-23-26; Efe. 2:20.
¿Quiere decir esto que, si un cristiano ungido es expulsado, Jehová al punto selecciona un reemplazo? Ningún individuo humano puede decir eso, porque no podemos saber si el individuo expulsado ha cometido el pecado imperdonable. Jehová lo sabe, y por eso se puede dejar el asunto en sus manos. Precisamente cómo y cuándo opta por seleccionar un reemplazo le toca a él decidirlo. Él no dio una consideración detallada del asunto en la Biblia. Por eso, en vez de especular sobre lo que Él hará o tratar de conjeturar sobre si una persona expulsada está o no más allá de la posibilidad del arrepentimiento, podemos dejarle el asunto a Jehová, el justo Juez.—Heb. 12:23.
Si una congregación ha tenido que expulsar a una persona, pero ésta se arrepiente más tarde y se le restablece, podemos regocijarnos por la misericordia y perdón de Jehová. (Luc. 15:7) Eso es así sea que la persona profesara la esperanza celestial y continuara haciéndolo, o tuviera y continuara teniendo esperanza de vida eterna en la Tierra. Todos debemos tomar a pechos las lecciones que se aprenden de esto... nuestra propia necesidad de luchar constantemente contra la imperfección y el pecado, la importancia de buscar perdón cuando sí pecamos y la necesidad de perseverar hasta el fin para ser salvos.—Mat. 10:22.
Juan 9:25 - Una cosa sí sé: que, siendo el caso que yo era ciego, ahora veo.