29 May, 2021, 08:33 PM
Siempre odie cuidar las "cajitas del reino", como llamaba un superintendente a las cajas de donaciones.
En una asamblea de circuito, hace un par de años, se le puso a un joven a vigilar la caja principal de donaciones, ya saben, la que más donaciones tenía. El superintendente de ese entonces era conocido por gobernar con mano de hierro, muchos ancianos hablaban que los obligaba a recomendar bajas a cualquiera que no cumpla con sus "expectativas". Era muy grosero y tenía mucha obsesión con departamento de contabilidad. El joven que se encargo era bastante atractivo y recientemente había sido nombrado siervo ministerial. Era el centro de atracción para todas las chicas del salón de asambleas. Para mala fortuna, ya habían robado antes en el salón de asambleas, y le toco a él enfrentar esa amarga experiencia. Mientras se tomaba fotos con varias chicas, un hombre con traje se acercó y se llevó la caja de donaciones. Nadie dudo del hombre, como decía a toda persona: "Hermanito", nadie pensó que era un ladrón.
Cuando el joven se dio cuenta que la caja ya no estaba no se asustó, pasaron más de dos horas para darse cuenta que se la habían llevado.
Cuando se enteraron todos los responsables dieron un grito al cielo. En ese momento el fruto del espíritu decidió abandonarlos, pues, insultos de grueso calibre salían de sus bocas. Llego el superintendente, fue el que más grito al joven. Los gritos eran tan fuertes que se podían escuchar en todo el auditorio. El chico solo se puso a llorar, cogió sus cosas y se fue.
Para la siguiente visita a la congregación del chico, se dio el siguiente anuncio: "Juliano de Tal, ya no es siervo ministerial.". Le dieron la baja, fue un escándalo, no había logrado llegar a cumplió ni un año en esa posición.
Después de esa experiencia, usaron el ejemplo de este chico como advertencia de ser responsable y, que las consecuencias de no cuidar las cosas de Jehová pueden ser grandes.
En una asamblea de circuito, hace un par de años, se le puso a un joven a vigilar la caja principal de donaciones, ya saben, la que más donaciones tenía. El superintendente de ese entonces era conocido por gobernar con mano de hierro, muchos ancianos hablaban que los obligaba a recomendar bajas a cualquiera que no cumpla con sus "expectativas". Era muy grosero y tenía mucha obsesión con departamento de contabilidad. El joven que se encargo era bastante atractivo y recientemente había sido nombrado siervo ministerial. Era el centro de atracción para todas las chicas del salón de asambleas. Para mala fortuna, ya habían robado antes en el salón de asambleas, y le toco a él enfrentar esa amarga experiencia. Mientras se tomaba fotos con varias chicas, un hombre con traje se acercó y se llevó la caja de donaciones. Nadie dudo del hombre, como decía a toda persona: "Hermanito", nadie pensó que era un ladrón.
Cuando el joven se dio cuenta que la caja ya no estaba no se asustó, pasaron más de dos horas para darse cuenta que se la habían llevado.
Cuando se enteraron todos los responsables dieron un grito al cielo. En ese momento el fruto del espíritu decidió abandonarlos, pues, insultos de grueso calibre salían de sus bocas. Llego el superintendente, fue el que más grito al joven. Los gritos eran tan fuertes que se podían escuchar en todo el auditorio. El chico solo se puso a llorar, cogió sus cosas y se fue.
Para la siguiente visita a la congregación del chico, se dio el siguiente anuncio: "Juliano de Tal, ya no es siervo ministerial.". Le dieron la baja, fue un escándalo, no había logrado llegar a cumplió ni un año en esa posición.
Después de esa experiencia, usaron el ejemplo de este chico como advertencia de ser responsable y, que las consecuencias de no cuidar las cosas de Jehová pueden ser grandes.