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Es la biblia la palabra de Dios o la palabra de multiples y anonimos hombres?
#61

(21 Aug, 2019, 11:21 AM)Estoyaqui escribió:  
(20 Aug, 2019, 11:29 PM)Stargate escribió:  
(20 Aug, 2019, 09:41 PM)Estoyaqui escribió:  Desde el principio la biblia dice que Jesus de origen divino,

Desde el principio la historieta dice que Superman es real y viene de Krypton...

Lo siento, pero las autoreferencias no son confiables. Si alguien creyera en Superman como un ser real, bastaría contrastar con fuentes externas para descubrir la realidad de la ficción.

La historia seglar muestra que Jesus fue un personaje real, los personajes que rodearon la vida de Jesus tambien la historia muestra su existencia, como pilato, caifas, neron,, Herodes, etc. Hasta el calendario lo basaron en su existencia. Asi que la comparacion no tiene nada que ver! ?

¿Y la historia seglar confirma que nació de una virgen, convirtió el agua en vino, resucitó muertos y ascendió al cielo?

Ubi dubium ibi libertas (Donde hay dudas hay libertad)
"La verdad nunca teme ser examinada, la mentira sí."
[Imagen: Stargate-extj-gmail-com-icon.png]
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#62

(21 Aug, 2019, 08:05 PM)Stargate escribió:  
(21 Aug, 2019, 11:21 AM)Estoyaqui escribió:  
(20 Aug, 2019, 11:29 PM)Stargate escribió:  Desde el principio la historieta dice que Superman es real y viene de Krypton...

Lo siento, pero las autoreferencias no son confiables. Si alguien creyera en Superman como un ser real, bastaría contrastar con fuentes externas para descubrir la realidad de la ficción.

La historia seglar muestra que Jesus fue un personaje real, los personajes que rodearon la vida de Jesus tambien la historia muestra su existencia, como pilato, caifas, neron,, Herodes, etc. Hasta el calendario lo basaron en su existencia. Asi que la comparacion no tiene nada que ver! ?

¿Y la historia seglar confirma que nació de una virgen, convirtió el agua en vino, resucitó muertos y ascendió al cielo?

Históricamente Jesús el Cristo no existe, el único relato de este personaje está en la Biblia y los diversos evangelios escritos pero la historia seglar no le menciona para nada.
Existe lo que llaman el " Testimonio Flaviano" pero es un relato escueto que esta modificado , de esto hay pruebas, en realidad lo único que puede ser fiable es la mención de Jesús y sus hermanos.

Es posible que este personaje haya existido pero de ninguna manera como un ser divino, así que hay que descartar todas sus obras milagrosas y resurrección entre los muertos, un personaje así no pudo llamar la atención a los historiadores y de allí que no se les mencione históricamente.

Danny
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#63

Cómo llegó hasta nosotros la biblia

Más importancia tiene el problema de las copias y recensiones, de las interpolaciones y de las traducciones ya que ello afecta directamente al contenido de la biblia pudiendo cambiarlo, dándonos por consiguiente un mensaje no auténtico. El lector cuando tiene una biblia en sus manos tiene que pensar que lo que está leyendo es la traducción de una traducción de otra traducción; y el que sabe lo difícil que es el arte de traducir sabrá lo que esto significa.

Cuando el cristiano piadoso lee en las primeras páginas de su biblia «Traducción hecha a partir de las lenguas originales» no deberá tomarlo demasiado a la letra ya que:

1. No se conserva ningún original de absolutamente ninguno de los libros que componen la biblia.

2. Cualquier traducción está hecha de copias que ya habían sido traducidas y recopiadas muchas veces cuando sirvieron de «original» para las traducciones que poseemos.

3. El conocimiento de las «lenguas originales» que han tenido la mayoría de los traductores ha sido casi siempre muy poco profundo.

Cuando uno piensa que de algunos pasajes de la biblia se pueden hacer dos versiones completamente diferentes no solo en las palabras sino en el significado (dependiendo de cuáles sean los manuscritos que se usen de original) y cuando uno sabe que existen más de cien mil variantes del texto bíblico uno no puede menos de sonreírse cuando ve el énfasis que algunos predicadores —llenos de buena voluntad— hacen en tal o cual verbo o adjetivo usado por Cristo o por cualquier profeta. En realidad no tienen derecho ninguno a hacer tal cosa una vez que sabemos los enormes abismos que median entre lo que fue exactamente la palabra o el significado original y lo que tenemos escrito en nuestras biblias actuales, en un idioma completamente diferente del original.

Para que el lector menos versado en estas cosas vea que no estoy exagerando, le pondré un solo ejemplo del largo y difícil camino que el texto que tiene en su biblia ha tenido que recorrer desde el original (escrito en un pellejo en toscas letras a mano), hasta las nítidas líneas impresas a máquina y perfectamente idénticas en miles de ejemplares.

Por mucho tiempo el texto de la mayor parte del Antiguo Testamento estuvo escrito en pergaminos en los que no había separación entre capítulos, ni entre párrafos, ni entre palabras. Era todo un mazacote ininteligible de letras mayúsculas. Y lo más grave de todo: las letras eran todas consonantes, porque los escritos hebreos no tenían vocales; sencillamente había que irlas adivinando. Imagine el lector que su biblia actual estuviese escrita así: NLPRNCPCRDSLCLLTR.

Para el que sabe cómo comienza la biblia, no resulta muy difícil intercalar las vocales apropiadas y caer en la cuenta de que ese mazacote de consonantes puede ser leído así: ENELPRINCIPIOCREODIOSELCIELOYLATIERRA. Pero el que se enfrenta con todas esas letras por primera vez, puede con el mismo derecho leerlo así: NIELPRINCIPECUERDOSELUCEALAALTURA… o de cualquier otra manera que él se imagine. Y este estado de cosas duró bastantes siglos.

Esta ha sido precisamente la causa de la diferencia en los dos nombres que en la actualidad se le dan a Dios en las diversas biblias. Ciertos sectores protestantes más conservadores y los Testigos de Jehová —entre otros— tienen como algo sagrado el nombre de Jehová, mientras que para otras denominaciones protestantes más cultas y para los católicos, este nombre es un positivo error y en vez de él usan el de Yahvéh (simplificado en Yavé o Javé).

La razón de esta diferencia (que para los fanatizados «jehovistas» tiene una enorme importancia) es precisamente lo que estamos diciendo. Por carecer de vocales los códices antiguos hebreos y por no pronunciar jamás el nombre sagrado de Dios (Yahvéh) pronunciando en su lugar el nombre de Edonay (que significa Señor), con el paso de los años el pueblo hebreo se fue olvidando de las vocales que había que colocar entre las consonantes J (o Y)HVH y terminó por no saber cómo se pronunciaba el nombre de Dios.

Cuando hacia el año 600 los rabinos le pusieron las vocales Letras Hebreas de Yahweh correspondientes a todo el texto bíblico del Antiguo Testamento, en vez de intercalar las vocales originales A E, intercalaron las vocales de la palabra que venían pronunciado hacía siglos, es decir, las vocales EOA de Edonay, resultando de ello la palabra Yehovah o Jehova; y así se siguió haciendo durante mucho tiempo, hasta que en el siglo pasado los escrituristas más famosos —protestantes, católicos y judíos— se pusieron de acuerdo en que el nombre «Jehová» era un error. Pero la ciencia llegó tarde porque ya para entonces muchos videntes e iluminados habían tenido apariciones e inspiraciones en las que «el mismo Dios les había hablado de la sacralidad del nombre de Jehová».

Si esto ha pasado con una de las palabras más importantes de la biblia, imagine el lector lo que tiene que haber pasado con miles de otros pasajes menos importantes.

Por su parte las traducciones griegas y latinas más antiguas tenían sus vocales correspondientes, pero los códices estaban escritos sin separación entre las palabras y sin signos ortográficos, lo cual era fuente de muchos errores a la hora de interpretar el texto. El clásico ejemplo «RESUCITONOESTAAQUI» puede ser interpretado: ¡RESUCITO!; ¡NO ESTÁ AQUÍ!, o también: ¿RESUCITO? ¡NO!; ¡ESTÁ AQUÍ!, etc.

Estas son solo algunas de las muchas razones para las más de cien mil variantes de que hablábamos anteriormente.

Porque hay más razones, derivadas fundamentalmente del propio lenguaje antiguo y ya perdido que se usó en muchos de los textos y debidas también a los naturales errores de los copistas que por horas y horas cumplían la tediosa tarea de reproducir a mano viejos y enrevesados manuscritos. En algunas ocasiones bastó que se hubiesen olvidado de poner un punto encima o abajo de la consonante o que lo hubiesen puesto abajo en vez de ponerlo arriba —error facilísimo de cometer— para que la palabra o el párrafo entero cambiasen por completo de sentido en el códice hebreo.

Le pondré al lector otro ejemplo clásico: la tan repetida frase de Cristo de que «es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico se salve». No podemos tener duda alguna de que la frase sea auténtica de Cristo porque la vemos repetida en los tres sinópticos (Mat. 19, 24; Marc. 10, 25 y Luc. 18, 25). Pero ¿qué fue lo que en realidad quiso decir Cristo? Porque resulta que la palabra aramea que se usó en el original para designar al camello también significa cuerda o soga y significa además viga. Lógica o literariamente parece que hace más sentido el decir «es más fácil que una cuerda pase por el ojo de una aguja» que la enorme exageración que leemos en los evangelios. Pero nos quedamos con la duda de si Cristo quiso intencionalmente cometer esa exageración.

Y nuestra duda se acrecentará aún más, cuando los lingüistas entendidos nos dicen que la palabra griega (que ya era una traducción del arameo) de la cual se tradujo la palabra «aguja», puede también significar una puerta muy estrecha —una especie de burladero— que había en ciertos lugares en las murallas y por la que apenas pasaba un hombre. En este caso, de nuevo cobra sentido y lógica la relación con el camello; pero entonces tendremos que olvidarnos de la hipérbole que leemos en nuestros evangelios con las tremendas implicaciones ascéticas que ella conlleva, que por siglos han atemorizado a tantas piadosas almas cristianas.

Por eso apuntaba unas líneas más arriba, que es absolutamente risible el oír a muchos predicadores —sobre todo entre los protestantes fundamentalistas— esgrimir como una espada tal o cual palabra o verbo específico, como si estuviese todavía caliente, recién salido de los labios de Dios. Y si a esto añadimos las pasiones particulares, las conveniencias políticas del momento y toda suerte de limitaciones humanas, no tendremos que extrañarnos de las grandes diferencias que encontramos en nuestras biblias.

No tendremos que extrañarnos, por ejemplo, de la facilidad con que Lutero y otros líderes protestantes suprimieron de la biblia libros enteros (apoyados a veces en razones no exentas de peso); ni tendremos tampoco que extrañarnos de la seguridad con que muchos escrituristas nos dicen que tal párrafo ha sido interpolado o añadido, cosa en la que muy probablemente no están de acuerdo otros ilustres exégetas que tienen no menos argumentos para sostener que tal versículo es auténtico y no puede ser suprimido. Menos mal que el «simple fiel» sigue en su fiel simpleza creyendo que lo que lee en su biblia es ni más ni menos que lo que Dios dictó y no se entera de cómo se tiran los bíblicos trastos a la cabeza los especialistas de la hermenéutica sacra En esta última página, a pesar de haberlo hecho de una manera pasajera, he enunciado ya varios problemas muy serios en cuanto a la aceptabilidad de la biblia como palabra de Dios; pero no hemos hecho nada más que enunciarlos porque, como dijimos, ponerse a profundizar en ellos nos llevaría muy lejos. Piense el lector solamente en que dentro del judeo-cristianismo la mitad de los fieles bíblicos hace hincapié en versículos y libros que la otra mitad rechaza como auténticos: de ahí podrá deducir las enormes y profundas dudas que hay en torno al texto mismo de la biblia, ya que sería una audacia o un pecado muy grande rechazar la palabra de Dios solo por leves dudas; o viceversa, seria una necedad incalificable el admitir como palabra revelada cosas que han sido inventadas por sabe Dios quién.


Salvador freixedo
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#64

Libros revelados y libros no revelados.

Y esta es otra gran dificultad: De entre los libros que nos han llegado de la antigüedad, escritos por autores judíos o cristianos, ¿cuáles fueron revelados y cuáles no? Porque no vaya a creer el lector que de la antigüedad hemos recibido únicamente los que hoy tenemos en nuestra biblia. Muy lejos eso, hay toda una multitud de otros libros (algunos escritos en fechas anteriores a los que están en la biblia, por autores judíos y tenidos en gran estima por siglos) que hoy no son admitidos como revelados por la Iglesia actual.

El cristiano pensante se preguntará entonces con toda lógica qué norma se ha seguido para saber diferenciar entre unos y otros. Desgraciadamente la mayoría de los cristianos no se interesan de estas «minucias» y se limitan a creer lo que otros les dicen que hay que creer, y de esta peligrosísima e infantil actitud mental se llega a lo que en la realidad está ocurriendo: que la cristiandad está comulgando con ruedas de molino. La fe, que al decir de la misma biblia, debería ser algo racional, es en la actualidad para la mayoría de los cristianos una especie de rutina mental y más que mental, ritual. Repiten las ceremonias que vieron hacer a sus padres y conservan sus creencias pero sin investigar mucho su contenido. (Creo que muchos sospechan que dentro no hay nada, pero prefieren seguir «practicando» y «creyendo» para no buscarse problemas).

¿Cuál fue la norma para saber qué libros habían sido inspirados y qué libros no habían sido inspirados? La norma por la que los católicos se rigen en la actualidad fue un Concilio Ecuménico, el de Trento (celebrado en dos sesiones 1545-1549 y 1552-1560) en el que se definió qué libros deberían integrar la biblia y que libros deberían ser considerados como apócrifos o espúreos. Para los protestantes fue —por las mismas fechas— lo que dictaminó Lulero, aunque la verdad es que no fue sino hasta mediados del siglo pasado que lograron ponerse relativamente de acuerdo.

En la definición del Concilio de Trento hay cosas muy dignas de notarse. Lo primero que a uno le llena de extrañeza es la cantidad de tiempo que la Iglesia tardó en saber con certeza qué escritos eran «palabra de Dios» y qué escritos no lo eran. Uno piensa que tal cosa ya se sabía desde siempre sin ningún género de dudas ya que se supone que las autoridades eclesiásticas habrían guardado las «palabras textuales de Dios» como una cosa sagrada, libre de toda corrupción o influencias extrañas. Sin embargo no fue así, ya que únicamente tras muy largas discusiones llegaron a ponerse de acuerdo los Padres conciliares. Un acuerdo que fue únicamente «intramuros» porque hubo muchos cristianos que no aceptaron esta división y siguen sin aceptarla.

Y si nos atenemos a los judíos —que lógicamente serían los primeros y auténticos depositarios de la palabra de Dios directa, tal como la tenemos en el Pentateuco— distan aún más de aceptar el canon de libros sagrados tal como fue definido por el Concilio de Trento. Los judíos, en lo que hace al Antiguo Testamento, se supone que deben ser los mejores conocedores de él, ya que fue escrito en su lengua o lenguas originales y dictado específicamente para ellos. Pues bien, los judíos tienen una idea de la sagrada Escritura completamente diferente de la que tenemos los cristianos. Para ellos la escritura sagrada por excelencia es el Pentateuco, o como ellos dicen. La Tora (la Ley); pero al lado de ella, ponen a los profetas y todos los demás libros que nosotros tenemos en el Antiguo Testamento; y además le añaden el Talmud que es una infinidad de comentarios que los sabios hebreos fueron elaborando a lo largo de los siglos. Y si bien el pueblo judío da a estos comentarios talmúdicos una gran importancia, en el cristianismo no se les presta atención alguna y de ninguna manera se admiten como palabra de Dios, como no sean aquellas partes en que coinciden con nuestro Antiguo Testamento.

Volviendo a la fecha en que fue hecho el canon o lista oficial de los libros sagrados (alrededor de 1559) nos encontramos con que en algunos casos habían pasado más de dos mil años desde que fueron escritos y que en el resto habían pasado por lo menos mil quinientos años. Naturalmente uno tiene el derecho a preguntarse cómo la Iglesia pudo saber cuáles eran inspirados y cuáles no de entre tantos libros, y más viendo que los hebreos piensan acerca de ello de una manera totalmente diferente.

El magisterio de la Iglesia contesta a esta duda amparándose en la infalibilidad de los Concilios Ecuménicos y con esto zanja de raíz —por lo menos en teoría— todo el problema; por más que entonces tengamos que trasladar nuestra duda a la infalibilidad de los Concilios; es decir, por qué hemos de estar tan seguros de que un Concilio es infalible. Más tarde volveremos sobre el tema de la infalibilidad, que es otra de las grandes grietas que se le han abierto a este «depósito de la fe» que San Pablo quería que fuese la Iglesia; por esta grieta se le está yendo el agua de la fe a muchos cristianos.

En el tema que estamos comentando nos encontramos con otro hecho extraño que nos pone a dudar acerca de la sabiduría con que fue hecha la «selección» de los libros sagrados, o si se quiere nos pone a dudar del Magisterio de la Iglesia y en último término de su infalibilidad. Nos encontramos con que libros que la tradición (y no olvidemos que la tradición es uno de los pilares de nuestra fe, tan importante como la misma biblia) había mantenido como libros inspirados o sagrados, el Concilio de Trento no los incluyó entre los libros inspirados, enfrentando con esto en cierta manera a la tradición con la biblia. Y aunque haya algún teólogo que niegue que esto es así, son los mismos escrituristas cristianos los que nos han puesto en la pista de esto cuando nos dicen en sus tratados la influencia que tuvo, por ejemplo, el famoso Libro de Enoc en los primeros tiempos del cristianismo. No solo eso, sino que en unas cuantas ocasiones vemos reflejado el pensamiento de estos libros en pasajes del Nuevo Testamento, y en algún libro tenemos citas explícitas de ellos, no estando exento de esta influencia ni el mismo Cristo. Todo esto nos prueba que estos libros —considerados apócrifos por la iglesia 1.500 años más tarde (!!)— eran tradicionalmente considerados palabra de Dios ya que vemos a los mismos apóstoles usándolos para dar fuerza a sus enseñanzas.

Naturalmente los escrituristas cristianos han tratado de quitarle importancia a todos estos libros apócrifos diciendo que todo son fabulaciones de visionarios de los primeros siglos de la iglesia; pero he aquí que cuando el año 1947 aparecieron los famosos manuscritos de Qumran en el Mar Muerto, para desconsuelo de estos mismos sabios escrituristas se descubrió que algunos de estos libros «bastardos» eran mucho más antiguos de lo que los sabios habían pensado estando ya escritos los más importantes antes de que Cristo viniese al mundo y, por tanto, las inexplicables influencias que algunos de ellos habían tenido en el Nuevo Testamento y que habían sido explicadas como «interpolaciones» o añadiduras posteriores, no eran tales interpolaciones sino auténticas influencias debido a la tradición que había de que eran realmente inspirados La importancia de los descubrimientos de Qumran (y casi lo mismo puede decirse de los de Nag-Hammadi en Egipto, hechos poco más o menos por el mismo tiempo) está muy lejos de haber sido desentrañada hasta sus últimas consecuencias. Parece que ha habido un silencioso acuerdo entre católicos, protestantes y judíos para que los importantísimos hallazgos, no sean conocidos del pueblo porque la verdad es que echan por tierra algunas de las creencias y tradiciones mantenidas en las tres denominaciones judeocristianas.

La seguridad, inflexibilidad y firmeza con que nos enseñaron el dogma cristiano, difiere mucho de los principios inseguros, ambiguos y tan poco dogmáticos que vemos en el inicio del cristianismo. Por otro lado aquel “orden nuevo” que, según nos dijeron, fue el cristianismo desde su mismo inicio, trayéndole al hombre una perspectiva de lo sobrenatural completamente diferente, vemos, a la luz de Qumran que no era tan nuevo: allí nos encontramos con unas bienaventuranzas que son las antecesoras inmediatas de las del evangelio; en el Manual de Disciplina de los esenios encontramos también que los dos principales ritos eran la cena sagrada —antecesora de nuestra eucaristía— y el bautismo, al cual unían estrechamente la presencia del Espíritu Santo; parte de la teología paulina está claramente calcada en lo que leemos en el libro de Enoc y sobre todo en los Testamentos de los XII Patriarcas; y para completar el paralelo nos encontramos con un misterioso “Maestro de Justicia” llamado también Mesías y Cristo, que murió martirizado un siglo antes de Jesús y que al parecer era el jefe de la secta».

Como más arriba dije, todavía estamos muy lejos de haber llegado a las últimas consecuencias que se pueden sacar de los manuscritos del Mar Muerto, pero lo que ha ido filtrándose poco a poco, nos ha servido mucho para corroborar sospechas que habían nacido de otras consideraciones y fuentes completamente diferentes.

Algo parecido está pasando en la actualidad con los fenomenales descubrimientos arqueológicos de Ebla en Siria, que tan mal recibidos han sido por los judíos, porque ponen en tela de juicio algunas de sus creencias más tradicionales y sagradas. En los miles de tablillas allí encontradas por los arqueólogos italianos —escritas antes de que se escribiese el Pentateuco— ya aparece una especie de Génesis en el que no falta un Yahvé, con sus correspondientes Adán y Eva, además de otros personajes bíblicos como Miguel e Ismael y hasta alguno de los antepasados de Abrahan, Esto si por una parte refuerza en cierta manera la posición de la biblia, por otra parte nos dice que el origen «divino» de nuestra biblia no es tan claro ni tan simple como muchos creen todavía.
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#65

Variantes en los textos

Para terminar esta serie de datos bíblicos y con referencia al tema que tratamos más arriba, de las infinitas variantes e interpolaciones que existen en el texto «sagrado», cito del mismo libro unos párrafos más arriba:


«Cuando se hizo una edición moderna del Nuevo Testamento en inglés, basada no en los originales de Etiene (que eran de 1550 y los más antiguos que hasta entonces habían podido usar los traductores ingleses) sino en el Codex Sinaíticus (del siglo IV) que se conserva en el British Museum de Londres, solamente en el Nuevo Testamento hubo que hacer unos 6.000 cambios para corregir el texto anterior de la biblia del King James —que hasta entonces había sido la oficial de la iglesia angloparlante— y de esos 6.000 cambios alrededor de 1.500 hacían cambiar el sentido al versículo.

Seis mil cambios en cuanto a la traducción inglesa. Pero lo que la mayoría de los cristianos no saben es que en el propio Codex Sinaiticus hay alrededor de 16.000 correcciones en el texto, y en muchísimos casos una palabra ha sido variada dos y tres veces, de acuerdo a la «inspiración» del que en aquel momento revisaba el códice, que se tomaba la libertad de cambiar palabras sencillamente porque no le gustaban[3]».


¡Y estos son los «originales» que nos han servido para las traducciones que en la actualidad manejamos!

Como el lector ve, las cosas no están nada claras en lo que se refiere al texto mismo de la biblia y eso que no hemos hecho más que arañar ligeramente el tema, porque no queremos apartarnos de nuestro propósito fundamental.

Casi lo mismo se puede decir de la tan traída y llevada «inerrancia» que en otros tiempos suscitó tremendas discusiones entre los teólogos
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#66

Inerrancia e interpretación

¿En qué consiste esa inerrancia o imposibilidad de error en biblia? Consiste en que por haber sido inspirado el autor material del escrito por el Espíritu Santo, es imposible que cometa errores en lo que se refiere a la fe. Naturalmente que hay posiciones extremas en cuanto a esto de la inerrancia: desde los fundamenta-listas que admiten al pie de la letra todas y cada una de las cosas que se dicen en la biblia hasta los que interpretan esta inerrancia de una manera muy laxa, admitiendo que en la biblia puede haber errores materiales sin que esto afecte a la verdad fundamental referente a nuestra fe que está encerrada en el conjunto de los libros sagrados. Estos modernos y liberales eruditos bíblicos, sin género de dudas que en otros tiempos hubiesen sido llevados a la hoguera como herejes y blasfemos, pues otros pasaron por ese trance a pesar de que defendían posiciones bastante más conservadoras. (Fray Luis de León estuvo cuatro años preso en Valladolid por difundir la biblia en castellano y Tyndall fue quemado en la hoguera en Bélgica únicamente por traducirla al inglés).

La tendencia a seguir la biblia al pie de la letra ha sido mucho mayor en el protestantismo en donde algunas sectas llegaron a convertir a sus súbditos en verdaderos adoradores fanáticos del libro sagrado. Todavía hoy quedan algunos, pero por supuesto al fervor bíblico, aunque todavía es grande entre ellos, no es tan obcecado como en tiempos pasados.

Pero no solo hay que buscar entre los protestantes a los mayores defensores de la tendencia rigorista sino que ellos fueron también los pioneros en cuanto a la interpretación liberal y los mayores desmitificadores de las Sagradas Escrituras; porque hay que reconocer que en cuanto a exégesis bíblica, en el protestantismo se le ha prestado más atención que entre los católicos; se ha estudiado más desapasionada y científicamente sin tener ideas preconcebidas y llegando hasta las últimas conclusiones a donde han llevado los hallazgos y los razonamientos. Los católicos, en cuanto a orígenes, autores e interpretación, hasta hace poco tiempo daban la impresión de que no tenían nada que investigar porque ya lo sabían todo infaliblemente; a ello ayudó el Magisterio de la Iglesia que hasta Pío XII se mostró completamente inflexible en este particular. El que quiera convencerse, que lea las encíclicas «Providentissimus Deus» de León XIII (1893). «Spiritus Paracli-tus» de Benedicto XV (1920), «Divino afilante Spiritu» de Pío XII (1943) y la «Humani Generis» (1950) también de Pío XII).

Recuérdese si no, la autoridad de que fue investida la famosa «vulgata», es decir, la traducción hecha al latín por San Jerónimo. Hoy día esta traducción, según los descubrimientos modernos de los escrituristas, tiene infinidad de incorrecciones y en bastantes casos positivos errores de traducción; sin embargo, durante muchos siglos la iglesia cristiana de occidente la consideró como la traducción oficial, no permitiendo que se usase otra y hasta hubo autores y jerarcas que pretendían que San Jerónimo había tenido una asistencia especial del cielo para su trabajo, confiriéndole una especie de inspiración de segunda categoría. ¡Cómo obnubila la mente el fanatismo!

Como me he extendido demasiado en estas consideraciones superficiales acerca de las cosas extrañas que nos salen al paso en seguida que nos enfrentamos con el problema de la biblia, pasaré a lo que unas cuantas páginas más atrás dije que me interesaba más en todo el asunto de la «palabra de Dios revelada».

Decía en párrafos anteriores que lo que más me interesaba era «profundizar en la filosofía y en la lógica que hay detrás de todo un Dios revelándole poco a poco su voluntad a un grupo exiguo de hombres perdidos en la larguísima historia de la humanidad».

Considerando todo el hecho de la revelación de una manera panorámica, nos encontramos con una multitud de cosas que no tienen sentido y están contra toda lógica. Y antes de entrar a hacer consideración ninguna y anticipándonos a las objeciones de los teólogos, diremos que no vale el argumento de que Dios tiene su lógica y que los hombres no podemos imponerle pautas a Dios en sus acciones. No vale ese argumento porque si Dios después de habernos dado una mente que funciona de una manera determinada, cambia las reglas del juego sin avisar y actúa de una manera diferente (usando otra lógica u otra filosofía) el hombre no sabrá a qué atenerse y lógicamente tendrá que preguntarse en seguida para qué Dios le dio una inteligencia que no sirve en sus relaciones con Él. Y esto es precisamente lo que le pasa al hombre moderno cuando se enfrenta al problema de la revelación: no entiende la manera de actuar de Dios. Que el hombre no entienda a Dios, lo vemos lógico pero lo que pasa es que el hombre no solo no entiende la manera de actuar de Dios, sino que la manera de actuar de Dios en todo lo referente a la revelación (lo mismo que más tarde veremos en la redención) le parece bastante absurda y falta de sentido y en cierta manera repugnante a la manera de ser humana.

Otra dificultad que previamente queremos solucionar es que se nos puede decir que según esto, todos nuestros antepasados y todas las grandes mentes que se han enfrentado a este problema y no lo han hallado tan absurdo o falto de lógica, eran unos tontos, faltos de inteligencia, cosa que evidentemente no se puede admitir.

Admito por supuesto que nosotros no somos más inteligentes que los antiguos pero lo que pasa es que hoy sabemos muchas otras cosas que ellos no sabían. Hoy los medios de comunicación nos han abierto los ojos a mil realidades que suceden en otras partes del mundo que en otras épocas eran completamente desconocidas para nuestros antepasados; hoy las ciencias físicas nos han hecho profundizar enormemente en el conocimiento de la materia asomándonos a unos panoramas cósmicos, electrónicos o subatómicos, que para el que los mira con ojos trascendentes tienen dimensiones «divinas» totalmente desconocidas para nuestros antepasados; hoy conocemos con una precisión como nunca antes, cuáles son las creencias religiosas por las que todos los hombres y razas del planeta tratan de comunicarse con eso que llamamos «Dios» y vamos profundizando cada día más en el mecanismo sicológico que subyace debajo de todo ello; hoy día tenemos conocimiento —gracias a la parapsicología y más aún a la paranormalogía— de muchos hechos extraños que nos ponen en la pista hacia un «más allá» que no es precisamente el «más allá» absoluto de que nos hablan las religiones, sino un «más allá» relativo, que nuestros antepasados confundían por completo con el más allá absoluto y último.

Por estas razones y por otras cosas, creo que hoy, a las puertas del año dos mil, estamos más preparados que nuestros antepasados para enjuiciar no solo el problema de la revelación sino el problema religioso en toda su amplitud y profundidad. Además estas mismas ideas que yo estoy exponiendo aquí, han sido pensadas por miles de seres humanos que no han logrado ponerlas nunca por escrito, por una razón u otra, y han sido escritas ya en no pocas ocasiones, pero esos escritos y esas voces fueron «voces en el desierto» cuando no fueron voces ahogadas por la violencia cruenta o por la violencia legal de las autoridades. Lo mismo que no se clava un clavo con un solo martillazo, hace falta mucha repetición y muchas voces que año tras año martillen contra la dura pared de los intereses creados y contra la rutina que oxida el espíritu de los hombres y contra el terror sacro que guarda la entrada de las creencias religiosas.
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#67

Su aparición en el tiempo

Cuando nos enfrentamos con el hecho de la llamada revelación, lo primero que nos salta a la vista es su colocación en el tiempo. Cuando éramos muchachos nos parecía que Abraham, el padre del pueblo hebreo —receptor de esta revelación directa a través de muchos de sus hijos— estaba poco menos que en los inicios de la raza humana. Sin embargo, hoy día —debido precisamente a estos conocimientos, a los que me refería anteriormente, que no tenían los hombres de siglos anteriores— sabemos que Abraham puede llamarse contemporáneo nuestro sí lo miramos en la perspectiva de la historia de la humanidad.

Sé que con lo que voy a decir en los párrafos sucesivos los historiadores y arqueólogos se van a unir a los teólogos y escrituristas en contra mía; los prejuicios y el doctrinarismo no son patrimonio exclusivo de los religiosos; muchos científicos son tan dogmáticos como los religiosos e igualmente cerrados a toda idea nueva que ellos no hayan visto en sus manuales universitarios.

Al decir que Abraham era contemporáneo nuestro, estoy afirmando algo de lo que hoy ya no se puede tener duda alguna, si se es honesto con los hallazgos que en gran cantidad van saliendo a la luz pública en los últimos tiempos, cuando todavía la ciencia oficial está pasmándose ante los dos millones de años de antigüedad de los restos humanos que Leaki ha encontrado en el corte de Olduvai en África, ya hace tiempo que la ciencia «marginal y heterodoxa» sabe que el hombre es muchos millones de años más viejo que eso. Hoy por hoy, el resto humano indiscutible más antiguo que se conoce es la huella pétrea de un zapato (terminada en punta y con tacón perfectamente reconocible) que está aplastando un trilobites. El trilobites es un crustáceo cámbrico cuya edad puede remontarse hasta los 600 millones de años y que desapareció hace unos 400 millones de años. Naturalmente esto es un auténtico pecado mortal para la ciencia oficial, pero la huella descubierta, en 1968 en Antelop Springs (Utah, EE.UU), sigue siendo estudiada por todo un grupo de científicos sin que los entendidos tengan explicación para ella. Y en este caso no solo tenemos el dato de la roca en que está incrustada la huella del zapato —bien corroborado por el geólogo Dr. Clifford Burdick de la Universidad de Tucson (Arizona) entre otros—, sino que tenemos el importantísimo dato extra del trilobites para reforzar el dictamen de los geólogos.

Como tantas veces he dicho, si solo tuviésemos este dato y unos cuantos más, habría que pensarlo bien antes de decidirse a admitir teorías tan revolucionarias; pero cada día los hallazgos de este tipo son más numerosos debido sobre todo a las excavadoras mecánicas que mueven grandes masas de tierra desenterrando cosas que de otro modo quedarían por siempre enterradas y debido a la dinamita que del corazón de algunas canteras de rocas del secundario y hasta del primario está sacando a la luz restos humanos y objetos fabricados por el hombre que tienen muchos millones de años. Tal es el caso del objeto semejante a una bujía del automóvil que fue descubierto en Olancha, California, y que según los expertos es cientos de miles de años viejo: y no cientos de miles sino millones es lo que se le atribuye a un florero de plata y zinc que fue hallado embebido en la roca; a un famoso cubo de acero, al anillo encontrado por un ama de casa de Chicago cuando rompió un pedazo de carbón para la cocina, a un collar de oro encontrado en las mismas condiciones, a una pequeña vasija de hierro encontrada también dentro de un gran pedazo de carbón el año 1912 por dos empleados de la planta eléctrica municipal del pueblo de Thomas en el estado de Oklahoma, etc.

Y en cuanto a huellas humanas, si no tan antiguas como la citada más arriba, haremos mención de las que en 1930 se encontraron en Kentucky Hills (EE.UU), estudiadas por el Dr. Burroughs, jefe del Departamento de Geología del Berea College; diez huellas completas y parte de otras, pertenecientes al carbonífero (Era paleozoica; alrededor de 250 millones de años); las que en el siglo XIX se encontraron en las orillas del río Mississippi, pertenecientes por lo menos al secundario; el maxilar encontrado en 1958 por el Dr. Huerzeler de Basilea en un estrato del Mioceno (unos 10 millones de años); etc.

Todo este interesantísimo tema de la antigüedad del hombre sobre la superficie de la Tierra y de las diversas civilizaciones separadas unas de otras por enormes cataclismos, sucedidos a lo largo de los millones de años que componen la anteprehistoria de humanidad, es fascinante, y de una enorme trascendencia para el tema que estamos tratando, pero desgraciadamente no podemos profundizar en él porque nos apartaría mucho de nuestra meta final. Le recomiendo al lector que haga alguna incursión en este campo (leyendo, por ejemplo, autores como Jacqués Bergier o Brad Steiger) y tendrá ocasión de cotejar ciertas realidades insospechadas, con las infantilidades comúnmente admitidas, provenientes tanto del campo religioso como del científico.

He hecho este pequeño paréntesis para que el lector caiga en la cuenta de que se hace muy extraño que después de tantos miles de miles de años, aparezca Dios con una revelación. Uno se pregunta por qué a los demás pueblos del mundo —incluidos los pueblos contemporáneos o inmediatamente anteriores a los hebreos— no les fue revelado nada o por lo menos de una manera tan tajante como se lo revelaron al pueblo judío.

Hoy día ya los teólogos dicen que Dios se reveló de muy diversas maneras a otros pueblos (cosa que hasta ahora se guardaron muy bien de decir, porque la revelación judeocristiana era totalmente original y única); pero a juzgar por las religiones que conocemos bastante bien de muchos pueblos anteriores al pueblo judío (caldeos, asirios, sumerios, babilonios, acadios, egipcios, griegos, etc.) podemos ver que tal revelación no había existido o si la había habido, la habían olvidado por completo. Es más, según la enseñanza clásica de la Iglesia, todos los dioses de aquellos pueblos eran auténticos demonios.

La Biblia vista racionalmente

Únicamente quiero dejar bien claro como final y resumen de este capítulo que la biblia no es la palabra de Dios de la manera que nos lo habían dicho. La biblia por un lado es un conjunto de escritos en los que muchos hombres, con motivaciones muy diversas conscientes e inconscientes plasmaron sus deseos, sus miedos, sus odios y sus amores, su sabiduría y sus errores, sus poesía y sus bajezas y en fin todos los sentimientos que anidan en el espíritu y en el cuerpo de este increíble ser que se llama hombre. Y por otro lado, la biblia es el fruto final y colectivo de un fenómeno intrigante y viejísimo del que la humanidad viene siendo víctima desde que apareció en la superficie de este planeta; el fenómeno de la «iluminación» que ha afectado a tantos humanos que repentinamente sienten su mente y su cuerpo invadidos por una fuerza extraña y avasalladora que ellos infantilmente identifican en seguida con «Dios». (En mi libro Israel Pueblo-Contacto profundizo en este mismo tema, aunque allí lo traté desde un punto de vista y con una terminología aparentemente diferentes; en Defendámonos de los dioses —de muy pronta aparición— trato de llegar a las raíces del mismo tema, explicando toda la enorme trascendencia que este fenómeno de la iluminación tiene para la humanidad). El pueblo judío fue un pueblo «colectivamente iluminado» y la biblia no es más que el mensaje que de ordinario suelen recibir todos los individuos o colectividades que son víctimas de este misterioso fenómeno que tantos fanáticos ha creado a lo largo de la historia y que tan mal interpretado ha sido por los teólogos y líderes religiosos de todas las religiones.

Dicho mensaje ordinariamente suele mezclar la verdad con el error y suele contener partes de extrema belleza e inspiración con partes ininteligibles y soporíferas. Pero en general, suele ser confuso, prolijo, contradictorio con los mensajes de otros iluminados y, a la larga, perjudicial para el que lo recibe. Cada religión tiene indefectiblemente su «Sagrada Escritura» en cuya composición se dieron poco más o menos los mismos elementos y circunstancias.

Nuestra biblia ha sido fuente de inspiración para santos, para poetas, para visionarios, para espiritistas, para guerreros, para fanáticos, y hasta para los negreros del Ku Klux Klan que encuentran versículos en sus páginas con los que cohonestar sus salvajadas. No hay alucinado que no acuda a la biblia para reforzar su chifladura.

Y al mismo tiempo que ha sido fuente de inspiración, la biblia ha sido un freno para el avance y la evolución de la humanidad.

Seguir creyendo en la actualidad que en ella tenemos encerrada la «voluntad divina» cuando tan claramente la vemos llena de los defectos humanos de sus autores, es una crasa infantilidad[4


Salvador freixedo El cristianismo, un mito más

Salvador Freixedo, 1986
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#68

Le christianisme dévoilé. Examen des principes et des effets de la religion chrétienne

Barón de Holbach, 1761



Sobre los libros sagrados de los cristianos

Para mostrarnos su origen celeste, la religión cristiana basa sus derechos en libros que considera sagrados e inspirados por el mismo Dios. Veamos, por tanto, si sus pretensiones están fundadas, y examinemos si esas obras poseen realmente la impronta de la sabiduría, la omnisciencia y la perfección que atribuimos a la divinidad.

La Biblia, objeto de veneración de los cristianos, en la que no se halla una sola palabra que no haya sido inspirada, está formada por la mezcla, poco compatible, de los libros sagrados de los hebreos, conocidos por el nombre de Antiguo Testamento, combinados con obras más recientes inspiradas de igual modo a los fundadores del cristianismo y conocidas por el nombre de Nuevo Testamento. Al comienzo de esta colección, que sirve de fundamento y código a la religión cristiana, se encuentran cinco libros atribuidos a Moisés, quien al escribirlos no fue, según se dice, sino el secretario de la divinidad. Moisés se remonta en ellos al origen de las cosas y quiere iniciarnos en el misterio de la creación del mundo, cuando él mismo no tiene más que ideas tan vagas y confusas que a cada instante delatan una profunda ignorancia de las leyes de la física. Dios crea el Sol, que es la fuente de luz de nuestro sistema planetario, varios días después de crear la luz. Dios, que no puede ser representado por imagen alguna, crea al hombre a su imagen, lo crea macho y hembra y, olvidando inmediatamente lo que acaba de hacer, crea a la mujer de una costilla del hombre. En suma, desde el comienzo no vemos en la Biblia más que ignorancia y contradicciones[35]. Todo prueba que la cosmogonía de los hebreos sólo es un tejido de fábulas y alegorías incapaz de proporcionarnos idea alguna sobre las cosas, dirigida únicamente a contentar a un pueblo salvaje, ignorante y tosco, ajeno a las ciencias y al razonamiento.

En el resto de libros atribuidos a Moisés hallaremos una multitud de historias improbables y fantásticas, y un amasijo de leyes ridículas y arbitrarias. Finalmente, el autor concluye relatando su propia muerte. Los libros posteriores a Moisés no están menos llenos de ignorancia; Josué detiene el Sol, que no gira; Sansón, el Hércules de los judíos, posee fuerza suficiente para derribar un templo… No acabaríamos nunca si quisiéramos señalar todas las sandeces y fábulas que aparecen en cada uno de los pasajes de una obra que tienen la desfachatez de atribuir al Espíritu Santo. Toda la historia de los hebreos no es más que un amasijo de cuentos indignos de la seriedad de la historia y la majestad de la divinidad. Ridícula para el sentido común, parece haberse inventado únicamente para entretener la credulidad de un pueblo infantil y estúpido.

Esta recopilación informe aparece trufada de oráculos oscuros y deshilvanados de diversos iluminados o profetas, que, uno tras otro, han saciado la superstición de los judíos. En resumen, en el Antiguo Testamento todo respira fervor, fanatismo y delirio, decorados a menudo con un lenguaje pomposo. Allí se encuentra de todo excepto sentido común, lógica y razón, que parecen haber sido concienzudamente excluidos del libro que sirve de guía a hebreos y cristianos.

Hemos considerado ya las ideas despreciables y a menudo absurdas que este libro nos proporciona acerca de la divinidad. Ésta se muestra ridícula en todo su comportamiento, juega a dos barajas, se contradice a cada instante, obra con imprudencia, se arrepiente de lo que ha hecho, construye con una mano para destruir con la otra y se desdice por boca de un profeta de lo que ha dicho por boca de otro. Mientras castiga con la muerte a toda la raza humana por el pecado de un solo hombre, anuncia a través de Ezequiel que es justa y que no hace responsables a los hijos de la iniquidad de sus padres. Por boca de Moisés, ordena a los israelitas que roben a los egipcios; y en el decálogo, publicado como ley de Moisés, les prohíbe el robo y el asesinato. En pocas palabras, Yaveh, siempre en contradicción consigo mismo, en el libro inspirado por su espíritu, cambia con las circunstancias, no mantiene jamás una conducta uniforme y se pinta como un tirano que avergonzaría a los malvados más empedernidos.

Del mismo modo, si echamos una mirada al Nuevo Testamento, no veremos nada que proclame ese espíritu de verdad que dictó, supuestamente, aquella obra. Cuatro historiadores o fabulistas escribieron la historia maravillosa del Mesías y, poco concordantes sobre las circunstancias de su vida, se contradicen a menudo del modo más evidente. La genealogía de Cristo proporcionada por san Mateo no se parece en nada a la que nos ofrece san Lucas; uno de los evangelios le hace viajar a Egipto, otro no dice nada de esa fuga; uno hace durar su misión tres años, el otro la supone sólo de tres meses. Tampoco concuerdan sobre las circunstancias de los hechos que relatan. San Marcos dice que Jesús murió en la hora tercera, es decir, a las nueve de la mañana, y san Juan dice que murió en la sexta, es decir, a mediodía. Según san Mateo y san Marcos, las mujeres que después de la muerte de Jesús fueron a su sepulcro no vieron más que a un ángel; según san Lucas y san Juan, vieron dos. Según unos, estos ángeles estaban situados fuera de la tumba; según otros, dentro. Varios milagros de Jesús son narrados también de forma diferente por estos evangelistas, testigos o iluminados. Lo mismo ocurre con sus apariciones tras la resurrección. Todo esto, ¿no nos debe hacer dudar de la infalibilidad de los evangelistas y de la realidad de sus inspiraciones divinas? ¿Qué diremos acerca de las profecías falsas e inexistentes atribuidas a Jesús en el Evangelio? San Mateo pretende que Jeremías predijo que Cristo sería traicionado por treinta monedas de plata, pero esta profecía no se encuentra en Jeremías. Nada más extraño que la manera en que los doctores cristianos se zafan de estas dificultades. Sus soluciones sólo están hechas para contentar a personas que consideran un deber permanecer en la ceguera[36]. Cualquier hombre razonable observará que ni siquiera todo el aparato de sofismas podrá reconciliar jamás contradicciones tan palpables, y los esfuerzos de los intérpretes no probarán sino la debilidad de su causa. ¿Se puede servir a la divinidad mediante subterfugios, sutilezas y mentiras?

Las mismas contradicciones y los mismos errores encontramos en el pomposo galimatías atribuido a san Pablo. Este hombre, inspirado por el espíritu de Dios, no muestra en sus discursos y epístolas sino el fervor de un loco. Los análisis más detallados no pueden alcanzar a comprender ni conciliar las contradicciones, los enigmas y las ideas deshilvanadas que abundan en sus obras, ni las incertidumbres de su conducta, tan pronto favorable como opuesta al judaísmo[37]. No más claridad se podrá sacar de las otras obras atribuidas a los apóstoles. Parece como si estos personajes inspirados por la divinidad hubieran venido a la Tierra únicamente para impedir que sus discípulos comprendieran algo de la doctrina que les querían enseñar.

En fin, el mosaico que compone el Nuevo Testamento termina con el libro místico conocido con el nombre de Apocalipsis de san Juan, obra ininteligible en la que el autor ha querido insistir en todas las ideas lúgubres y funestas contenidas en la Biblia. Muestra al género humano afligido la perspectiva de la inminente desaparición del mundo, llena la imaginación de los cristianos de ideas espantosas adecuadas para hacerles estremecer, quitarles las ganas de una vida perecedera y volverlos inútiles o perjudiciales para la sociedad. Así, el fanatismo pone dignamente fin a una recopilación reverenciada por los cristianos pero ridícula y despreciable para el hombre sensato, indigna de un Dios pleno de sabiduría y bondad; una recopilación detestable para cualquiera que considere los males que ha hecho a la Tierra.

En definitiva, habiendo tomado los cristianos como regla de su conducta y opiniones un libro como la Biblia, es decir, una obra repleta de fábulas espantosas, ideas terribles sobre la divinidad y contradicciones sorprendentes, jamás han podido saber a qué atenerse, jamás se han puesto de acuerdo sobre la manera de entender la voluntad de un Dios cambiante y caprichoso, y jamás han sabido de forma precisa lo que este Dios les exigía. Este libro oscuro fue para los cristianos una manzana de la discordia, una fuente inagotable de querellas, un arsenal en el que los partidos más enfrentados se procuraban por igual las armas. Los geómetras no tienen disputa alguna acerca de los principios fundamentales de su ciencia. ¿Por qué fatalidad el libro revelado de los cristianos, que encierra los fundamentos de su religión divina, de lo que depende su felicidad eterna, es ininteligible y motivo de discusiones que han ensangrentado la tierra con tanta frecuencia? A juzgar por sus efectos, un libro semejante, ¿no debería ser visto más bien como la obra de un genio maligno, con disposición al engaño y las tinieblas, y no como el de un Dios que se interesa por la conservación y bondad de los hombres, a los que quiere iluminar
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#69

(21 Aug, 2019, 08:05 PM)Stargate escribió:  
(21 Aug, 2019, 11:21 AM)Estoyaqui escribió:  
(20 Aug, 2019, 11:29 PM)Stargate escribió:  Desde el principio la historieta dice que Superman es real y viene de Krypton...

Lo siento, pero las autoreferencias no son confiables. Si alguien creyera en Superman como un ser real, bastaría contrastar con fuentes externas para descubrir la realidad de la ficción.

La historia seglar muestra que Jesus fue un personaje real, los personajes que rodearon la vida de Jesus tambien la historia muestra su existencia, como pilato, caifas, neron,, Herodes, etc. Hasta el calendario lo basaron en su existencia. Asi que la comparacion no tiene nada que ver! ?

¿Y la historia seglar confirma que nació de una virgen, convirtió el agua en vino, resucitó muertos y ascendió al cielo?


No, pero yo creo que hizo todo eso.
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#70

(20 Aug, 2019, 11:29 PM)Stargate escribió:  
(20 Aug, 2019, 09:41 PM)Estoyaqui escribió:  Desde el principio la biblia dice que Jesus de origen divino,

Desde el principio la historieta dice que Superman es real y viene de Krypton...

Lo siento, pero las autoreferencias no son confiables. Si alguien creyera en Superman como un ser real, bastaría contrastar con fuentes externas para descubrir la realidad de la ficción.

Superman fue inventado Jesus no.
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#71

(21 Aug, 2019, 12:56 PM)elkatire escribió:  Real Spiderman, que tiene 50 años de escrita y toda la historia guarda coherencia histórica.

Spiderman no es real, nunca existio un ser llamado spiderman es un invento humano para entretenernos
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#72

(24 Aug, 2019, 05:22 AM)Daniel escribió:  
(21 Aug, 2019, 08:05 PM)Stargate escribió:  
(21 Aug, 2019, 11:21 AM)Estoyaqui escribió:  La historia seglar muestra que Jesus fue un personaje real, los personajes que rodearon la vida de Jesus tambien la historia muestra su existencia, como pilato, caifas, neron,, Herodes, etc. Hasta el calendario lo basaron en su existencia. Asi que la comparacion no tiene nada que ver! ?

¿Y la historia seglar confirma que nació de una virgen, convirtió el agua en vino, resucitó muertos y ascendió al cielo?

Históricamente Jesús el Cristo no existe, el único relato de este personaje está en la Biblia y los diversos evangelios escritos pero la historia seglar no le menciona para nada.
Existe lo que llaman el " Testimonio Flaviano" pero es un relato escueto que esta modificado , de esto hay pruebas, en realidad lo único que puede ser fiable es la mención de Jesús y sus hermanos.

Es posible que este personaje haya existido pero de ninguna manera como un ser divino, así que hay que descartar todas sus obras milagrosas y resurrección entre los muertos, un personaje así no pudo llamar la atención a los historiadores y de allí que no se les mencione históricamente.

Danny

Cita:Es posible que este personaje haya existido pero de ninguna manera como un ser divino

Eso no tienes manera de comprobarlo
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#73

(21 Aug, 2019, 06:36 PM)neo escribió:  
(21 Aug, 2019, 11:21 AM)Estoyaqui escribió:  
(20 Aug, 2019, 11:29 PM)Stargate escribió:  Desde el principio la historieta dice que Superman es real y viene de Krypton...

Lo siento, pero las autoreferencias no son confiables. Si alguien creyera en Superman como un ser real, bastaría contrastar con fuentes externas para descubrir la realidad de la ficción.

La historia seglar muestra que Jesus fue un personaje real, los personajes que rodearon la vida de Jesus tambien la historia muestra su existencia, como pilato, caifas, neron,, Herodes, etc. Hasta el calendario lo basaron en su existencia. Asi que la comparacion no tiene nada que ver! ?

puedes citar las referencias que prueban la existencia de jesus, ojo  con lo que utilices para apoyarla.

Pues son las que ya conocen,

Flavio Josefo (93 d.C.)
Tácito (116 d.C.)
Plinio, el joven (112 d.C.)
Suetonio (120 d.C.)
Luciano (165 d.C.)
Mara Bar Sarapión (Finales del siglo I)
Celso (175 d.C.)
Talmud ?

Pero como sea, yo me apego al consenso de los academicos
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#74

Ninguno de esos autores conoció a Jesús, escribieron de él por lo que escucharon de otros.
Como sabes que Spiderman no es real? Yo lo he visto en una serie de pelis y hay mucha información escrita que hace alusión a el.
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#75

(14 Sep, 2019, 02:45 PM)Estoyaqui escribió:  
(21 Aug, 2019, 06:36 PM)neo escribió:  
(21 Aug, 2019, 11:21 AM)Estoyaqui escribió:  La historia seglar muestra que Jesus fue un personaje real, los personajes que rodearon la vida de Jesus tambien la historia muestra su existencia, como pilato, caifas, neron,, Herodes, etc. Hasta el calendario lo basaron en su existencia. Asi que la comparacion no tiene nada que ver! ?

puedes citar las referencias que prueban la existencia de jesus, ojo  con lo que utilices para apoyarla.

Pues son las que ya conocen,

Flavio Josefo (93 d.C.)
Tácito (116 d.C.)
Plinio, el joven (112 d.C.)
Suetonio (120 d.C.)
Luciano (165 d.C.)
Mara Bar Sarapión (Finales del siglo I)
Celso (175 d.C.)
Talmud ?

Pero como sea, yo me apego al consenso de los academicos

Flavio fue un añadido a posterior no es una cita real. Tipo el añadido de 1 de Juan 5 sobre la trinidad.

Tácito da mal un dato histórico, haciendo ver que sólo cita del evangelio

Plinio habla de la existencia de cristianos, eso no prueba a Jesús

Quisiera me trajeras a contexto a Luciano Mara y Celso.

También quisiera que me muestres el consenso. ¿Está estipulado en alguna universidad? ¿O porqué dices que existe?


"Es al caer en el abismo cuando recuperamos los tesoros de la vida" -JOSEPH CAMPBELL 
The bible is glitchtastic! Sorry for the spoiler.

Lee la traducción que realicé al libro "Nueva Luz" documenta decenas de cambios en las doctrinas de los testigos.


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