Hoy, 12:46 AM
(Ayer, 08:57 AM)Réquiem escribió: Si uno se pone en plan arqueólogo espiritual y piensa como testigo de Jehová veterano, hay que admitirlo: Las Atalayas de los 80 y 90 tenían su encanto. Eran como una versión teocrática de Reader’s Digest mezclado con Selecciones: un popurrí de curiosidades, pseudociencia digerible y, claro, el infaltable “alimento al tiempo debido” servido en 32 párrafos indigestos. Había, al menos, cierto esfuerzo narrativo para disfrazar el engaño con una pátina de seriedad. Hoy, en cambio, lo que reparten parece el equivalente literario de un puré para geriátrico: todo molido, repetido y apto para un público que se intimida frente a un crucigrama de tres palabras.
Yo seré brutalmente honesto: el día que recortaron La Atalaya y ¡Despertad! a la mitad, se acabó la magia. ¿Para qué leer algo que básicamente son refritos de refritos, regurgitados para una audiencia con un coeficiente intelectual cuidadosamente calibrado para no superar el promedio de una reunión de primaria vespertina?
¿Y qué fue de aquellos análisis pseudoacadémicos en griego y hebreo? Sí, eran triquiñuelas, pero al menos daban la sensación de que alguien en Brooklyn había hojeado un léxico teológico. Hoy en día, en cambio, el material parece diseñado para que hasta el libro Historias bíblicas para niños se convierta en manual doctrinal de cabecera.
Ni hablemos de los cánticos. Canten alabanzas a Jehová era una obra maestra barroca comparada con la insípida producción musical actual, que suena más a jingles de propaganda que a himnología.
Y, ojo, antes Watchtower tenía ese mérito peculiar: apuntaba directamente a los publicadores como si todos fueran eruditos en potencia. Sí, en otras religiones la teología profunda queda reservada para el clero, mientras que la feligresía recibe migajas. Pero en los 80 y 90, el adoctrinamiento pretendía ser simétrico: todos podían degustar, o al menos fingir que degustaban, aquel menú pseudointelectual. Con la transición a JW, sin embargo, se abrazó el modelo eclesiástico tradicional: poco alimento, mucho puré, cero esfuerzo.
Son tiempos extintos, fósiles de biblioteca que la nueva generación de testigos jamás entenderá. Y quizá mejor así, porque intentar explicarles la diferencia sería como mostrarle a un TikToker un tomo encuadernado de la Enciclopedia Británica: primero bostezan, luego deslizan el dedo.
Es cierto hasta el Mi Libro de Historias Bíblicas es más "profundo" que la literatura actual.
Estaba recordando la música del antiguo cancionero y siempre me gustó, por suerte pude rescatar las melodías antes de que las bajarán de jw